DE LA PESCA DEL PATAO CON BAYAS EN ESMERALDA Y OTROS TEMAS.
Alexis Medina (Camagüey)
[Primer premio del Concurso de texto
informativo y literario Cubanos de Pesca
2016]
El contexto
Soy guajiro, definitivamente soy guajiro y lo disfruto muchísimo.
Nacido en una zona rural del municipio Esmeralda en Camagüey, pasé mi más
temprana infancia entre Guayabal y Maduro, dos pueblecitos de los tantos que
existían en Cuba, y que al igual que la mayoría de ellos, luego del surgimiento
de la cooperativas de producción agropecuarias, comenzaron una irreversible
decadencia, hasta recibir el golpe final con la llegada del periodo especial,
convirtiéndose de esa manera, en lo que constituyen hoy: extensos potreros
llenos de marabú.
Sin energía eléctrica, además de los clásicos juegos infantiles (bolas,
trompo y papalote), el mejor tiempo de mi vida transcurría entre jugar pelota,
cazar y pescar.
La pesca la realizaba en los pequeños riachuelos y canales cercanos a
la comunidad y consistía básicamente en capturar las biajacas criollas, que aun
en aquellos no tan lejanos tiempos, se encontraban “a pululu,” tomando la frase del famoso personaje. El que dijera en
aquellos momentos que la pesca era cara, podría ser considerado
irremediablemente loco, porque nada había mas fácil que meter un pico al lado
de un corral de puerco y sacar todas las lombrices de tierra del mundo,
conseguir un pedacito de nailon cualquiera, un anzuelo generalmente prieto de
oxido, un corcho de una botella y una rama mas o menos recta de algún árbol para
usar como vara, y como técnica, solo buscar los lugarcitos ya conocidos, dejar
caer el anzuelo cebado y esperar que corriera o se hundiera el corcho.
Pero había momentos especiales, momentos diferentes, poco frecuentes y
largamente esperados y era cuando me decía mi padre: “este fin de semana nos vamos al Río a pescar”. Por supuesto el río
de la frase, no era ninguno de los riachuelos ni canales cercanos y
acostumbrados, era el río Caonao, específicamente un lugar conocido como el
Canal Salao y la pesca no era de biajacas con lombrices de tierra, era de
pataos y con bayas.
El río
El río Caonao nace en la llanura del centro de Camagüey a una altitud
de 110 metros, y en sus 154 kilómetros de extensión recibe 46 afluentes y
constituye el límite natural, en su parte norte, entre las actuales provincias
de Ciego de Ávila y Camagüey. Desemboca en la Bahía de Jiguey, al norte del
municipio Esmeralda, y a pesar de haber sido ampliamente represado, es uno de
los pocos causes permanentes en dicha región.
Se hizo tristemente histórico por uno de los hechos más sangrientos
ocurridos durante los primeros años de la colonización española en Cuba,
denominado “La Matanza de Caonao”, en la que un grupo de conquistadores, al
mando de Pánfilo de Narváez, asesinaron a varios cientos de pacíficos
aborígenes que moraban en un caserío próximo al río.
El Canal Salao, mide unos 10 kilómetros
aproximadamente y se encarga de unir el río Caonao con la costa de la
Bahía de Jiguey. Fue construido en la década del 50 del pasado siglo, por los
colonos que poseían sus propiedades en zonas aledañas al río, y que sufrían
anualmente grandes pérdidas en sus actividades económicas fundamentales
(ganadería y caña de azúcar), debido a las inmensas inundaciones que acontecían
en las temporadas de lluvias. Si bien durante los grandes temporales este canal
cumplía su función de aliviadero, durante los meses más secos del año disminuía
su caudal de manera considerable, favoreciendo la penetración el agua marina,
hecho que aumentaba notablemente su salinidad, de ahí su nombre.
El pez
Conocido en Cuba como patao, este pez, cuyo nombre científico es
Diapterus rhombeus, es uno de los mas abundantes en la costa norte de Camagüey.
Es un pez demersal, perteneciente a la familia de las mojarras (Gerridae), de
color plateado, cuerpo romboideo y comprimido y boca fuertemente protráctil,
dato al parecer muy importante para el tipo de pesca que intentamos describir.
Alcanza la madurez a los 13 cm aproximadamente y puede crecer hasta los 40 cm,
aunque su tamaño común ronda los 30 cm. Se encuentra distribuido ampliamente
en las Antillas Mayores, costa atlántica tropical del sur de México,
América Central y América del Sur hasta el nordeste brasilero y una parte de La
Florida.
Habita en lagunas y manglares, de fondo fangoso y arenoso y soporta
variaciones importantes de la salinidad del agua, lo que le permite internarse
varios kilómetros río adentro. Se alimenta fundamentalmente de pequeños
invertebrados bentónicos. Al parecer existen variaciones dentro de la misma especie
porque popularmente se les denomina patao amarillo y patao rayado, dependiendo del predominio del
color.
Para pescar patao con bayas el arte usado siempre ha sido la vara
criolla y su confección ha variado a medida que han ido apareciendo nuevos
materiales en nuestra cotidianidad, porque nunca se produjo ni se comercializó
en nuestro medio, un equipo hecho específicamente para esta pesca. La forma de
confeccionarla es, más o menos, la misma para todos, aunque depende de la exigencia
y “categoría” de cada pescador, existiendo los pescadores ocasionales (entre
los cuales me encuentro) que pescamos con cualquier cosa y aquellos que
prácticamente pueden ser considerados verdaderos profesionales y tienen sus
métodos casi estandarizados. Actualmente, estos últimos por lo general usan una
vara de caña brava de alrededor de 3 metros de largo de una o dos secciones,
con un nailon de monofilamento fino que puede tener la longitud de la vara o
ser un poco mas largo y un anzuelo pequeño, los datos técnicos relativos al
nailon y al anzuelo elegido son por lo general desconocidos y dependen mas de
la experiencia de cada pescador y de su disponibilidad. El flotador casi
siempre es confeccionado del material que denominamos “poliespuma” en algunas de
sus versiones y tienden a ser finos, alargados y de colores llamativos.
Hasta aquí no hay nada diferente en lo relativo a la vara criolla, o
sea, en cualquier parte de Cuba se confeccionan varas con características
similares y son usadas para capturar otras especies. Lo que hace diferente este
tipo de pesca es el cebo que se usa: las bayas.
¿Y qué es lo que entiende cualquier persona que no sea de Esmeralda
cuando se le dice la frase pesca con bayas? Eso seria muy bueno averiguarlo,
porque si bien cualquier esmeraldense, mínimamente familiarizado con la pesca,
sabe muy bien a lo que se refiere, para el resto del mundo puede ser un
misterio. Y el hecho es que la palabra baya, siempre usada oralmente por
nosotros, constituye un término homófono que contiene, en la simplicidad de sus
cuatro letras, dos de las que mayor cantidad de errores ortográficos causa en
nuestra lengua: la B y la Ll, y la mudanza de cualquiera e ellas acarrea un
cambio total del significado. De esa manera si excluimos la palabra balla, que
no existe, tendremos: valla que puede
referirse a una pared, al obstáculo que deben saltar los corredores de 100, 110 o 400 metros con vallas, o al
lugar que en Cuba destinamos a las peleas de gallos; vaya que puede ser una
forma de conjugar el verbo ir o una expresión de sorpresa y por ultimo baya,
que además de referirse al color amarillento del pelaje de un caballo, también
es un fruto carnoso comestible.
Puesto que no encontré ninguna definición de la palabra que la
relacionara con lo que nosotros usamos para pescar, pienso que debe ser un
vocablo usado muy localmente, derivado de aquella que hace referencia a los
frutos carnosos comestibles y que se produjo sabrá dios debido a qué
circunstancias.
En fin la referida baya, no es más que un molusco bivalvo, parecido a
los mejillones y ostiones, cuyos mayores ejemplares no superan los 2
centímetros de largo y crecen formando pequeñas colonias en las ramas y raíces
sumergidas en el agua. Por lo tanto la primera tarea consiste en localizar una
buena cantidad de dichos moluscos, teniendo en cuenta que gran parte de ellos
serán utilizados para confeccionar lo que llamamos pesquero, o sea engoar el
área elegida para realizar la pesca, para lo que se procede a triturar la
cantidad seleccionada y arrojarla al agua.
El sitio a elegir debe ser tranquilo, remansado, cerca de estructuras
sumergidas, lo menos afectado por la corriente y el viento, donde por lo regular no vemos al patao y suponemos
que él tampoco nos ve; esos sitios tienden a ser recurrentes en cada pescador y
son considerados casi como propiedad personal.
Colocar correctamente la baya en el azuelo requiere de cierta práctica,
dada las características del animal. Para ello se rompe la parte mas fina de la
unión de las dos conchas, dejando una hendidura por donde se introduce el
anzuelo y posteriormente y con mucho cuidado, se trituran las conchas contra el
anzuelo haciendo presión con los dedos índice y pulgar. Aunque con una sola
baya es suficiente, algunos prefieren colocar dos o tres.
El lanzado también debe hacerse de manera cuidadosa, pues el patao es
muy sigiloso y asustadizo, pero fundamentalmente porque, dada la fragilidad con
que queda la carnada, esta puede desprenderse de solo de tocar el agua.
Bueno pues estando la mesa ya servida solo falta la picada, que en esta
pesca también es singular. No esperen un corcho hundido o corrido, eso es muy
poco frecuente, lo que predomina aquí son toques muy tenues, que solo le
experiencia y, en mi caso, la casualidad, permiten definir cual es el bueno. Es
tan leve el movimiento del corcho con la picada, que resulta difícil
diferenciarlo de la ondulación natural de este, cuando es mecido por los
pequeños rizos formados en el agua debido al viento. Según los propios
pescadores la causa responde a las características anatómicas de la boca del
patao, que al ser muy protráctil consigue succionar a distancia una carnada muy
débilmente fijada al anzuelo.
Por lo dicho anteriormente este tipo de pesca es caracterizada por una
larga secuencia de lances y recogidas sin
carnada. Aun así existen verdaderos maestros en este arte, que considerarían
mala, una jornada en la que no pudieran
llevarse a casa una veintena de peces. ¿Y usted amigo, se embulla a realizarla?
Lucy in the Sky with Diamonds, and with Patao.
Dudo mucho que John Lennon, autor de la controversial canción, haya
consumido patao alguna vez en su vida, pero estoy seguro que de haberlo hecho
en Esmeralda a partir de mediados de la pasada década del 90, ya tendríamos en
nuestros archivos una nueva canción, vaya usted a saber con qué título.
Y es que, aunque él y todos los demás ex-beatles, siempre hayan
afirmado que la relación entre las iníciales del título de la canción y el mas
popular alucinógeno usado durante el auge de la contracultura hippie en los
anos 60, fuera producto de la casualidad, resulta altamente sospechoso que no
solo el título, sino también el contenido de la canción sean totalmente
psicodélicos, en un momento en el que ellos mismos experimentaban con el LSD,
por lo que hasta hoy persiste la polémica.
¿Bueno y que hace el LSD en este escrito? ¿Tiene alguna relación con el patao? Pues hasta la
fecha mencionada no vemos ninguna, si bien toda la vida existieron casos
esporádicos de “soñadera” luego de una copiosa ingesta del pez, atribuido por nuestros
padres y abuelos a la gran cantidad de “fósforo” que contiene. Pero a partir de
la mitad de la década del 90, en nuestro municipio comenzaron a reportarse
extraños casos de personas con alucinaciones y otros síntomas neurológicos, dignos
de un episodio más de los expedientes X, todos asociados al consumo del patao.
Lo que comenzó tímidamente con pocos casos se fue generalizando hasta que
prácticamente cada familia tenia sus historias que contar.
Si toda la vida el patao fue el pez marino mas consumido y nunca había
sucedido nada, ¿qué estaba
aconteciendo ahora? ¿Tendría
algo que ver con alguno de los tantos cambios que, por entonces, se sucedían en
el país?
Todos recordaran que la difícil situación económica de aquellos tiempos
condujo a una gran escases de las fuentes de proteína animal tradicionales, lo
que a su vez conllevó a un aumento del consumo de peces y de esa manera, de los
de agua dulce, la tilapia perdió milagrosamente su típico sabor a tierra,
convirtiéndose en un manjar, por lo que comenzó a escasear, haciendo su
aparición la tenca, que delataba en el aire su consumo aun varios días después
del hecho y de los de mar, el patao se hizo amigo inseparable de la mesa del
esmeraldense. ¿Se deberían
las alucinaciones al aumento de su consumo? Hay quienes decían que no, que la
causa era la forma en que se le cocinaba y afirmaban que dios había hecho el
patao el mismo día que el aceite, pero no planeó que este último podría
desaparecer un día, hecho que efectivamente aconteció, obligando a que su bíblico
compañero fuera preparado mayormente en salsa, aporreado o asado. Todavía
recuerdo las palabras de mi difunto abuelo, que en paz descanse, cuando aún
medio desorientado juraba que no había probado el pez, sino solo mojado el
arroz con un poco de salsita. ¿Sería
entonces el método culinario empleado la causa del fenómeno? Parece poco
probable, debido a que las pocas ocasiones en que era consumido frito, también
podían aparecer los síntomas.
Por aquella fecha yo, estudiante de medicina y casi adicto al patao, me
di a la tarea de revisar la escasa bibliografía disponible y no encontré nada
claro, pregunté a algunos profesores y
tampoco me dieron una respuesta convincente.
¿Cuál sería la causa
entonces? Un gran misterio. La gente poco a poco se fue acostumbrando y todo se
quedo así, parece que con el paso del tiempo el cuerpo desarrolla algún tipo de
tolerancia y los síntomas son menores.
No sería hasta hace unos tres años y gracias a la tecnología, que
husmeando en internet encontré publicado un estudio realizado por el Instituto
de Oceanología de La Habana durante los años 2004 y 2005, su título: Calidad
ambiental de la bahía de Jiguey (NE de Cuba) y su relación con intoxicaciones
alimentarias de origen marino. Finalmente había descubierto el agua tibia.
Aunque los autores no lo ponen en sus conclusiones, y solo lo mencionan en su
desarrollo, según mi criterio, la causa principal del fenómeno la teníamos
delante de nuestras narices y no la veíamos: el pedraplén o para decirlo mejor,
los pedraplenes.
El estudio concluye que existen una serie de factores que han provocado
un deterioro de las condiciones ambientales de la bahía, dando lugar a un
aumento significativo y permanente de su salinidad, y contaminación orgánica,
que ha conducido a un predominio de cianobacterias de géneros potencialmente
nocivos y/o tóxicos, que se acumulan y amplifican en la cadena alimenticia a
través de los moluscos bivalvos filtradores, que, según el estudio del
contenido estomacal del patao, constituyen una fuente importante de su
alimentación y que finalmente pasan al ser humano cuando degustamos el sabroso
pez. Aunque esa cadena de eventos me recuerda el cuento infantil del gallo que
se ensució el pico a la hora de ir a la boda de su tío Perico, realmente todo
parece indicar que, en efecto, sucede de esa forma. Solo faltó realizar un
estudio del contenido estomacal de cualquier esmeraldense en aquella época,
para dar por confirmada la teoría y demostrar la relación causa-efecto de
manera inequívoca.
Aunque la investigación, entre los factores causales primarios del
problema, menciona el deficiente aporte de agua dulce a la bahía debido al
represamiento del río Caonao, el predominio de la evaporación sobre las
precipitaciones, el calentamiento global y el aumento del tiempo de intercambio
de las aguas de la bahía con las aguas oceánicas adyacentes, así como el
depósito y acumulo de materia orgánica e inorgánica debido a las barreras
físicas como los pedraplenes, según mi empírico criterio, este último es el
verdadero desencadenante del evento, dada su coincidencia cronológica.
Cuando, debido a nuestras habituales urgencias económicas, tomamos
decisiones y acometemos acciones, sin tener en cuenta las implicaciones
ecológicas a largo plazo, acontecen y seguirán aconteciendo hechos como los
descritos.
Afortunadamente todavía tenemos a McCartney y a Ringo, quien sabe si
una cosa no lleva a la otra y con la construcción del pedraplén aumenta el
turismo internacional en nuestro municipio y un día alguno de ellos decide
visitarnos, para finalmente encontrarse cara a cara con un lindo patao formando
parte del menú. Tal vez así pudiéramos tener nuestra propia canción psicodélica
y habría valido la pena alucinar durante 20 años.
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