PESCAR COMO HEMINGWAY
(Publicado por la revista Heraldo Deportivo, California, Estados Unidos de América; Año X, No. 103, enero de 2004, páginas 20 y 21)

Durante una excursión para pescar la sierra en Dry Tortuga, el nativo de Illinois Ernest Miller Hemingway se encontró en alta mar con un pescador cubano que, según confesión posterior, fue el primero que le habló acerca de las diferentes especies de agujas y de la posibilidad de capturarlas al curricán cuando a mitad de la mañana comienza a soplar el alisio frente a las costas de La Habana.
Con los famosos, como el Premio Nobel de literatura (1954) a quien nos estamos refiriendo, suele suceder que la gente olvida sus historias previas y se muestra dispuesta a canonizarlos en vida las más de las veces. Lo cierto en este caso es que Hemingway fue un pescador de agua dulce todo el tiempo, hasta que decidió recalar una vez en Key West con su segunda esposa, a unas millas del Gulf Stream.
Hasta ese entonces -digamos, a partir de 1928- al literato sólo le habían conmovido las historias de guerra y los toros, pero pronto comenzarían a mezclarse en sus páginas pescadores, marineros, contrabandistas, embarcaciones, peces, tormentas y otros avatares marinos, mientras en la vida real él mismo se convertía en noticia en cuanto desembarcaba en algún sitio durante sus aventuras de pesca.
En 1935 el escritor había acumulado un sorprendente dominio técnico acerca de la pesca de la aguja en aguas cubanas. Al cabo de esa, su cuarta temporada por los hileros meridionales de la Corriente del Golfo, Hemingway escribió un consistente ensayo acerca de este tema y lo cedió al editor Oliver Grinnell para que lo incluyera en el libro American big game fishing, considerado hoy un clásico en la literatura sobre pesca.
El ensayo, de 27 páginas en la edición de The Derrydale Press, se titula "Marlin off Cuba" y además de describir las técnicas de pesca deportiva y comercial de los peces de pico, aporta observaciones originales sobre la biología de los mismos, seriamente valoradas por científicos de su época. En esencia, este escrito de carácter técnico tiene elementos que conformaron tres lustros más tarde su famosa novela, El viejo y el mar.
"Es mejor convencer al pez que tratar de matarlo", afirma Hemingway en una de sus iniciales expresiones de lo que luego sería una extensa y muy completa posición de principios en relación con la deportividad en la pesca. De manera particular, él criticaba a los pescadores aficionados que pescaban a la deriva con avío profundado, método mediante el cual el pez traga el anzuelo todas las veces y queda en absoluta desventaja frente a su captor.
Entre los aspectos más relevantes de "Marlin off Cuba", deben mencionarse las precisiones técnicas respecto a los avíos adecuados para pescar la aguja en primavera y los usados cuando hacia el final del verano corre el poderoso castero. Era la época de los sedales de lino y Hemingway prescribe líneas de 15 hebras para las primeras y de no menos de 36 para los blue marlins de 250 a 1000 libras que vendrían después.
Entre 1932 y 1935 Ernest Hemingway acumuló 280 días de pesca a la altura de la costa cubana y capturó 101 agujas. Decía a sus lectores que podía adivinar si el pez que acometía la carnada venía con hambre o si lo hacía por enojo, por juego o por indiferencia. Su mayor pez en esas aguas pesó 468 libras y lo lidió durante una hora y cinco minutos en 1933, la mejor corrida de su vida.

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