¿CONTEMPLATIVO O COMPETITIVO?
Uno de los atractivos de la pesca recreativa podría ser la variedad de grados de acción que ofrece al aficionado. Entre el apacible abandono que se regala el pescador a caña en cualquier bucólico recodo fluvial, y la aventura de navegar tras enormes atunes y marlines sobre las olas de una agitada corriente marina, hay lugar para todos los caracteres humanos y los más diversos estados de ánimo.
Ernest Hemingway, cuyo espíritu competitivo era componente notorio de su personalidad, y cuyas aventuras de pesca eran seguidas por la prensa, no participó en todos los torneos a los que fue invitado y ganó menos de los que se supone. Es cierto que tuvo hitos relevantes en su deporte favorito, como la captura de los primeros atunes que fueron sacados del agua en Bahamas sin permitir que los tiburones los mutilaran, o la marca de 54 peces de pico que implantó a la altura de la costa noroccidental cubana durante la temporada de 1933.
Incluso en el torneo que alentó con su nombre en aquellas mismas aguas, nunca quedó entre los premiados, al contrario de su esposa, Mary Welsh, que resultó galardonada dos veces, pescando a bordo de un bote a motor de 20 pies de eslora. Pero a Hemingway le emocionaba tanto pescar una aguja de 400 libras como un pargo de 5, o pasar la tarde pescando macabí a fly después de haber curricaneado toda la mañana en la Corriente del Golfo.
La primera regla en este asunto es no confundir acción y emoción. Todas las horas pasadas a bordo de un lujoso yate de pesca podrían ser lo más tedioso de las vacaciones a cualquiera que no sienta pasión por el mar. Mientras los peces no suben a la superficie el tiempo transcurre monótono. Solo cuando la línea salta de su presilla en el outrigger y el carrete de trolling entona esa especie de maullido mecánico que eriza los pelos, cualquier cosa que suceda a continuación puede calificarse de emocionante.
Hay formas de pesca en las que uno encuentra tanta acción como en una partida de ajedrez, pero bastantes aficionados consideran apasionante vigilar las evoluciones de un flotador que denunciará la sutil picada de un pez sobre el agua calmada de un remanso. Sobrecoge el castero que rompe explosivo sobre el oleaje al tomar el señuelo que remolca el yate; pero no menos cautiva los sentidos la fina boya que desaparece bajo el agua en un lento, indetenible y prometedor naufragio.
Es obvio que un deslinde categorizador entre los pescadores que practican su aficion por entretenimiento y aquellos que buscan trofeos y reconocimientos deportivos no es realmente de interés para nadie. Incluso los pescadores de elevado rendimiento, que participan en certámenes con patrocinio de importantes firmas, e incluso los guías de pesca, realizan su trabajo más por afición a la pesca que por motivos comerciales. Conozco a unos cuantos que en su tiempo libre… pescan.
Para un sinnúmero de pescadores aficionados, la competitividad se manifiesta en retos unipersonales: superar sus propias capturas en peso o número de ejemplares. Otros inician un nuevo desafío con sus amigos cada temporada.
La forma más usual de competencia son los torneos. Los hay tan antiguos y prestigiosos como las Olimpíadas, pero lo más importante de cualquiera de ellos puede hallarse en los más modestos certámenes locales, que es el intercambio fraternal entre diferentes personas y la coincidencia de intereses en torno a una afición común -la pesca-, que no es raro que desemboque en acciones de interés para la comunidad y el medio ambiente.
Fuera del contacto que promueven tales lides participativas, hay variantes de competencias a distancia, como la reclamación de records y diversos tipos de concursos.
Los records de pesca son registrados por algunas instituciónes y además de su valor deportivo tienen una indudable utilidad como indicador del estado de las poblaciones de peces en determinada región o pais
Por ejemplo, en el anuario World Record Game Fishes 2003, editado por la IGFA, aparecen recogidos, entre otros, los records por categoría de resistencia de línea para cinco especies de agua dulce en el estado de California. Se destaca en este grupo la lobina negra boquigrande (bass, largemouth) de 21 libras (20 onzas menos que el record del mundo), capturada por Robert J. Crupi en Castaic Lake en marzo de 1990. Las otras especies son lobina rayada (bass, striped), bluegill, bagre de canal (catfish, channel) y trucha arcoiris (trout, rainbow).
El deporte de la pesca tiene en definitiva ese encanto: puede disfrutarse contemplativamente, gozando de paz, confort y tiempo para meditar. Puede servir para liberar tensiones y dejar fuera toda la energía negativa que agobia. Asumirse como un simple entretenimiento, un reto privado, o prenderse a él con tanta seriedad y entrega como un atleta olímpico.

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