IR DE PESCA
(Publicado con el título de “Fishing Sport” por la revista Heraldo Deportivo, California, Estados Unidos de América; Año IX, No. 95, mayo de 2003, página 27)
Hace muchísimo tiempo alguna de la gente que pesca por entretenimiento se sienta luego a escribir sobre la forma en que ha podido lograr sus capturas. Tal vez no todo el que lo hace sea un pescador excepcional o un candidato al Nobel o al Pulitzer, pero le puedo asegurar que disfruta tanto ir de pesca que no puede contener el impulso de compartir esa satisfacción y esas experiencias.
Usted probablemente está recordando ahora a uno que sí alcanzó esos altos lauros intelectuales -los dos, para más larga fiesta- escribiendo justamente sobre la pesca de un pez tan descomunal que su pico tenía la longitud de un bate de beisbol. Fue un señor de Oak Park, Illinois, que inició su carrera literaria contando acerca de las truchas que pescaba en Michigan, en el Soo canadiense y en algunos ríos europeos.
Como tenía habilidad para ese tipo de historias, en algunos años se fue a vivir a Key West, encargó un yate a un astillero de Boston y ahí fue lo tremendo. Lo curioso es que este señor, Ernest Miller Hemingway, ganó sus dos premios por una novela que no trata acerca de la pesca deportiva, sino de un tipo de pesca que hacían los hombres de un pueblito costero para ganar el sustento. Pero él aprendió lo necesario para escribirla durante sus pesquerías en el Gulf Stream.
Uno puede estar convencido de que Hemingway hubiera inventado la pesca como tema literario y periodístico y se hubiera sentido muy orgulloso de ello. Si no lo hizo fue por que hubo otros más avispados que se le adelantaron por unos cientos de años. Cayo Suetonio Tranquilo, autor de "Los Doce Césares", dijo de Octavio Augusto, el que sucedió a Julio César como emperador de Roma, que después de las guerras civiles renunció a los ejercicios de armas y a caballo, y entre sus ocios se dedicaba a la pesca con caña, "cuando quería dar algun descanso a su espíritu".
Los griegos, que en todo se adelantaron a los romanos, dejaron en su herencia clásica la afirmación de que la revelación del arte de la pesca fue uno de los dones más excelsos que otorgaron los dioses a los hombres. Opiano, poeta griego del siglo II ANE, se dedicó al género didáctico y tuvo acierto con Halieutica, dedicado a la pesca, que tiene 3,506 versos.
Sólo cuatro años después del descubrimiento de América, en 1496, Juliana Bernes publicó un libro acerca de la pesca de la trucha. Plumas de gallos, alas de garzas y hasta pelos de ratas se usaban en esa época en la confección de las moscas. Más adelante, ya en el siglo XVII, la pesca es mencionada en un manuscrito fechado en Astorga y aparece en 1653 una obra de obligada referencia histórica, THE COMPLEAT ANGLER, escrita por el inglés Izaac Walton. "Es un libro que todos mencionan y que nadie ha leído", decía Hemingway.
Esto de escribir sobre pesca -o leer acerca de ello, o conversar con los amigos sobre lo mismo-, no es más que un sucedáneo compasivo para acortar el tiempo que nos falta hasta la próxima pesquería. La escritura, la lectura y la conversación respecto a este asunto tienen, además, la ventaja de que pueden hacer amenas muchas horas durante las cuales no está al alcance siquiera ese fascinante ejercicio de introspección que acompaña a toda revisión de la caja de avíos.
Tal vez no siempre sospechamos que ir de pesca es algo más que cobrar peces y llenar el cupo de captura. Pescando por deporte, a sedal y anzuelo, nos dejamos envolver por el paisaje y compartimos la proximidad de los semejantes a quienes apreciamos. Para unos, la pesca es una manera asequible de luchar contra el estrés. Otros van más lejos y saben que establecen una relación más civilizada y creativa con el medio natural, para lo cual no siempre es necesario matar los peces. Algunas terapias sociales contra la drogadicción o preventivas de conductas conflictivas se valen últimamente de los atractivos de la pesca para crear nuevas motivaciones y sanas expectativas en jóvenes y niños.
Ahora Heraldo Deportivo se propone adentrarse en las aguas con esta nueva sección. Coge la caña y vamos.
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