ACCION DE PESCA EN CAYO LAS BRUJAS
Mar y Pesca. No 336, Enero 2003, p. 28 Suplemento BITACORA.
Pesca deportiva de avíos ligeros, una oferta turística de calidad en la cayería noreste de Villa Clara.
El reto de los saltos del sábalo, la vitalidad de los jureles,
la fuerza y colorido de los pargos, todos cobrados a vara y carrete.

Un hueco de buen tiempo entre dos perturbaciones meteorológicas suele ser de esas oportunidades en las que los pescadores aficionados confiamos para tentar buenas capturas. A finales de septiembre surgió la ocasión, cuando se alejaba de Cuba el huracán Isidore y su pariente Lily se organizaba en aguas próximas. A cayo Las Brujas, al noreste de Villa Clara fuimos, buscando acción para avíos ligeros.


Para llegar a la cayería hay que viajar primero a la ciudad de Santa Clara, en el centro de la Isla y distante --- kilómetros al Este de la capital. Allí nos recibieron fraternos los ejecutivos de la filial de la Federación Cubana de Pesca Deportiva. Luego viajamos otros --- kilómetros en dirección norte, pasando la ciudad de Caibarién y adentrándonos en el mar por un vial de renombre hacia los islotes.


Avanzamos por el pedraplen que conduce a Cayo Santa María a bordo de un jeep de la Empresa Nacional de Flora y Fauna. Nuestros anfitriones son el especialista en pesca deportiva Samuel Yera Pompa y el guía Mario Luis Pérez Díaz; luego conoceremos a Ulises Manso, que permanece en el cayo al cuidado de las cuatro lanchas y el resto del equipamiento.


Dejado atrás el control de acceso, para pasar el cual los periodistas fueron provistos de "pases", pasamos puente tras puente de la autopista sobre el agua, admirando la vitalidad de la vegetación, en contraste con otro vial similar, donde la muerte del manglar arrasa la vista. Aquí hasta árboles nuevos se afincan al talud de la vía, declarando la salud medioambiental. Un prestigioso premio fue otorgado a esta obra por tan cuidadosa ejecución.


Después de cruzar el noveno puente, bajo el cual pasa el Canal de los Barcos, toda la atención de los viajeros está en el agua. "Este es el paraíso del macabí", anuncia Yera, señalando a la derecha del camino una extensión infinita de aguas someras, de claro y limpio verdiazul punteado de mangles. Esa especie de pez, acota, es muy apreciada por los deportistas de vara y carrete en todo el mundo.


Al cabo de 36 puentes -más de cinco contamos en un tramo de dos kilómetros-, se ven ya las instalaciones del aeropuerto y de Villa Las Brujas. El pequeño hotel merecería por sí solo un reportaje, pero hoy sólo adelantaremos que sus constructores hicieron lo posible por respetar el entorno y lo lograron en medida muy admirable.



LOS REYES DE LA VARA Y EL CARRETE

El experto en pesca turística, Manuel Bell Gorgas, Blakamán, fallecido hace poco tiempo, nos decía con gran convicción que los peces más deportivos en el mundo eran el sábalo, el róbalo, la palometa y el macabí. Esta consideración tiene su base en el dinamismo y la fuerza que demuestran los ejemplares de estas especies, sobre todo cuando el aficionado busca en ellas la emoción de la captura, no la muerte inútil del animal, y las reta con avíos ligeros.


Los mares que rodean el archipiélago cubano son ricos en esas cuatro carismáticas especies, a las cuales se ha de buscar especialmente en los placeres y canales de las extensas cayerías que adornan nuestra plataforma insular. Es tal el interés que estos peces provoca en los aficionados, que la International Game Fish Association ha creado dos categorías competitivas para distinguir a quienes capturen al menos tres de ellas en una misma jornada de pesca, el Inshore Grand Slam Club.


En Cayo Las Brujas el grupo de especialistas y guías de la empresa Flora y Fauna han localizado 28 sitios con abundantes poblaciones de sábalo y tienen perspectivas muy seguras también con el macabí.


El sábalo de esta zona tiene una excelente talla de más de 50 libras, que los convierte en una verdadera tentación, en especial para los que pescan a fly o mosca. Con este peso, los ejemplares superan las categorías small y baby -más de 10 y más de 30 libras de peso, respectivamente- mientras los giant , que superan las 140 libras, han sido vistos.


Antes de situar en el mercado este producto, Yera y su equipo realizaron encuestas entre los pescadores de la costa norte de Villa Clara, visitaron los lugares por ellos mencionados y, luego de localizar las poblaciones de la especie, comenzaron el trabajo de verificación de las técnicas de captura y las variaciones de la manifestación de los peces en el transcurso de las estaciones del año. La investigación incluyó la inspección subacuática para identificar los diferentes tipos de fondos y su población ictícola.


Hay algunas estadísticas interesantes, refieren los guías. Dos franceses, expertos en la pesca a la mosca, lograron capturar 18 sábalos en dos horas en la pasa de Bocachica. Otro cliente de la misma nacionalidad permaneció 10 días en la zona de pesca y cobró 30 sábalos. Hay gran diferencia entre ambos datos, pero quienes se dedican a pescar por deporte aprecian son satisfacción uno y otro resultado.



AL MAR, SIN DETENERNOS

Acabados de llegar al cayo, a media tarde del martes 24 de septiembre de 2002, salimos al mar en dos lanchas Prinvecraft con motores fuera de borda, sin haber hecho otro acomodo que ponernos ropa de campaña y dejar las mochilas en el jeep. El único trámite consistió en entregar a un funcionario de Tropas Guardafronteras, vestido de civil, nuestro Permiso de Navegación.


Salimos en dos lanchas; la nuestra, guiada por Ulises, un veterinario devenido experto pescador profesional, observador de aves y en general un excelente conocedor de la naturaleza en esta hermosa región. En la otra embarcación, para darnos lecciones de maestría, mostrarnos la fauna ictícola y ayudar al fotógrafo en su cometido de retratar la verdadera acción de pesca con avíos ligeros, viajan a pocos metros de nosotros Samuel y Mario.


Realmente no fue necesario navegar demasiado para encontrar el primer pez. En la boca del Cañón de las Piraguas, tomó un sábalo el señuelo de fabricación domestica que Samuel le presentó. El pescador, conocido campeón de pesca de truchas, peleó al pez de mar descalzo sobre la proa de su lancha y desde las 5:00 de la tarde estuvo con él media hora en la línea, realizando un trabajo suave y equilibrado con la caña.


Pareció en todo momento que era el animal, de unas 50 libras, el que llevaba las decisiones, pero en ningún momento se vio al pescador exagerar la tracción sobre la caña. Cobraba línea con regularidad, mientras explicaba al periodista el significado de las acciones y advirtiendo en todo momento al fotógrafo dónde se encontraba el animal y el momento justo en que vino a la superficie para su segundo y último salto.


"Cuando lo ves sobre el agua, le tiras al lado, no al frente -explica Samuel-. El strike zone del sábalo no es tanto al frente como al costado, pues de este modo el señuelo es tomado por el pez en una posición tal, que resulta más viable acomodar el anzuelo en la comisura de su boca, que es el único sitio donde la punta puede hallar agarre garantizado. Para lograr esto con mayor garantía, no claves enseguida, sino espera, para que el anzuelo se deslice por el borde de la dura boca de este blindado animal y se acomode en el lugar correcto. La segunda regla es no cañonear, no forzar al pez".


No fue ciertamente un sábalo de acciones aparatosas. Casi una docena de veces, eso sí, fue traído a las proximidades de la lancha y siempre volvió abajo, nadando lejos mientras pudo y pegándose al fondo, a tres metros de profundidad, sin distanciarse demasiado cuando ya la pelea parecía cercana a su final. Era realmente interesante ver el trabajo sin complicaciones de este guía, con una caña GLoomis y un carrete Penn 704Z, eficaz respaldo técnico para una línea de sólo 20 libras de resistencia.


Como quedaba suficiente tiempo de luz a aquel atardecer, curricaneamos desde la popa del "San Pascual", un viejo carguero de cemento armado, usado por años en el trasvase de mieles y ahora fondeado para fines turísticos, hasta la boya luminosa que señala los fondeaderos del puerto de Caibarién al oeste de cayo Francés. El trayecto, desde la boca del Canal de las Piraguas, tiene una longitud de unas dos millas y media y es animado por frecuentes picadas.


Una cubera de 10 y media libras fue la pieza más bonita de este trayecto, pero se sacaron del agua también varias barracudas. Trabajamos largo rato en torno a la boya, a la cual los pescadores locales le llaman "La Lumínica" y ya con el sol yéndose Samuel trabajó y subió a bordo un gallego que pesó 13,8 lb; que era tuerto y peleón. Este pez, como el sábalo, y las barracudas, fueron liberados después de las fotos.


Después de infinitos lances para tentar a unos cibíes de campeonato que nadaban al amparo de la vieja boya y de cobrar unas cuantas barracudas más, volvimos a tierra satisfechos de la acción lograda en poco más de dos horas y en escenarios que para nada nos decepcionaban en la calidad de su paisaje. Antes bien, nos iríamos con ganas de navegar más por aquellos placeres, por los verdes canales entre los cayos de mangle y por el borde del agitado "golfo". Volver a Cayo Las Brujas.

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