TROFEOS DE INVIERNO
BITACORA. No 5, invierno 2000, p. 30. Firmado con el seudónimo de Alejandro Dacosta y Rivers, dedicado a mi amigo y compañero de pesca por tres décadas, Alejandro Jaén Pascual, quien perdió la vida en 2007 mientras participábamos en un proyecto de protección de la tortuga marina en la península de Guanahacabibes.

Cuando el primer frente frío bate la costa cubana con el oleaje levantado por los viento del norte, llega el momento de guardar los aparejos de pescar aguja y poner a punto la embarcación para salir a curricanear el peto sobre la línea del veril. Esto ocurre generalmente entre noviembre y febrero y los pescadores se muestran muy animados en esas fechas, pues la especie brinda capturas de relativa abundancia y algunos ejemplares de talla sobresaliente.

El avezado Hemingway aprendió pronto a apreciar el peto (Acanthocybium solandri) en sus primeras jornadas de pesca en esta agua. Como los aficionados locales, distinguía este pez siempre a continuación de la aguja cuando se refería a interés deportivo, pero le daba el primer lugar en cuanto a sus preferencias culinarias. Poca fantasía se necesita para hacer de una rueda de peto un bocado delicioso, pues colocada sobre las brazas de una barbecue apenas exige un humilde adobo previo con limón.

Este pez de hermosa y acerada figura, con características barras atigradas de azul metálico en sus costados, es uno de los más veloces del océano y de vez en cuando sobrepasa las 100 libras. Hemingway describía la acción de pesca para esta especie como “una prolongada y desconcertante pelea en la que el peto hace de todo, salvo saltar”.

De modo que no resulta extraño que esta especie, abundante en La Habana y Santiago de Cuba se convirtiera en uno de los más tempranos intereses competitivos de los cubanos; desde 1938, la revista Carteles inició su Concurso Nacional de la Pesca del Peto, por correspondencia, premiaba los ejemplares de más peso y mayor número de piezas a pescadores en dos categorías: los de vara y carrete y los que usaban la línea manipulada directamente. Todavía hoy se usa el tradicional aparejo de alambre, unido mediante un quitavueltas a un cabo fino y fuerte, que ayuda al pescador a soportar la dura resistencia ofrecida por el pez sin daño para sus manos.

HOY EN TORNEO

Este pez es un rondador solitario, pero en su migración otoñal forma pequeñas agrupaciones cuyos integrantes, no obstante, guardan discreta distancia entre sí. El frente frío los hace moverse desde las aguas de Carolina del Norte, en los Estados Unidos, y se dirigen al Brasil, asegura el biólogo José Fernández Milera. Entonces es cuando los cubanos los esperan, remolcando a media marcha sus líneas preparadas con carnada o con señuelos.

Hace unos pocos años los capitanes Pedro Calvo y Reinaldo Curbelo, de la flota de charter boats de la capital cubana, convencieron a los directivos de la Marina Hemingway de que organizaran una competencia para la captura de este túnido. La experiencia se llevó a cabo durante el último fin de semana de noviembre de 1998 y fue satisfactoria, con el triunfo del equipo norteamericano del yate Erika.

Una de las razones por las cuales este certamen gusta es debido a que el peto puede brindar un mayor número de picadas que la aguja durante la jornada, apenas con un poco menos de acción, y eso lo hace más animado. Las reglas actuales permiten que el pez sea embarcado a partir de las 10 libras de peso, lo cual es un aliciente si a uno le entusiasma degustar un bocado consistente y sano, después de haber demostrado amplia deportividad y animo conservacionista en dos concursos previos de tag & release celebrados en el año.

El III Torneo Internacional de la Pesca del Peto (Wahoo) tuvo lugar en la Marina Hemingway del 15 al 18 de noviembre del 2000 con la asistencia de seis equipos norteamericanos y uno por Cuba. Nadie se fue sin captura; el Wolverine, uno de los yates norteños, llegó a la última fecha sin haber hallado un pez, pero finalmente alcanzó a pescar un ejemplar de 24 libras que ya se imagina usted cómo lo habrán disfrutado. Los demás tuvieron más acción.

La cosa comenzó temprano. A las 7:22 am del viernes 16 el señor Robert Paul Gagliardi tajo a la popa de su The B la primera pieza, un pequeño de 14 libras que fue, no obstante, suficiente para un premio. Ocurrió a los 22 minutos del comienzo oficial del torneo, pues el día inicial se dedicó a la acreditación, reunión de capitanes y cóctel de bienvenida en el cabaret Papa’s.

No hagamos largo el relato. En la prueba inaugural las condiciones no fueron propicias y sólo se pescaron dos petos, pero en las siguientes se declararon válidos 15 y 17, respectivamente. El pesaje total fue de 637 libras y el ejemplar de mayor talla alcanzó 37 lb. Este llegó al muelle del jurado a bordo del Foxy lady, que esta vez ganó el trofeo del certamen con 9 ejemplares y 177,5 puntos. Los integrantes fueron Frederick J. Holgren, Lawrence Paul Hoffman y los scubanos Evelio Simón Valdés (marinero) y el experimentado y el experimentado guía y capitán Jorge García Díaz.

El Creola, con tripulación cubana que lidereó Pedro Calvo, sostuvo el segundo puesto, mientras el Strikr Force, al mando de Patrick Faulkner, repitió el lugar tercero que había obtenido dos años atrás. La premiación fue realizada en la piscina del hotel El Viejo y El Mar. Es divertido competir por el peto.

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