PROTEGER AHORA LA TRUCHA
BITACORA. No 4, otoño 2000, p. 34

La primera resolución oficial para proteger la lobina negra boquigrande apareció en Cuba en 1931, cuatro años después de la introducción de la especie en el país.
Los cubanos hemos realizado ya torneos fluviales de captura y suelta. Hay vedas para la trucha (bass) y se ensaya la talla mínima en un grupo de embalses.

Cuba es uno de los pocos lugares del mundo donde a la lobina negra boquigrande se le llama trucha. El término, incorrecto, parece haber sido importado junto con los primeros ejemplares que llegaron del estado norteamericano de la Florida en 1927. En algunos sitios del sur de los Estados Unidos le llaman trout a este pez e incluso uno de los nombres comunes anotados para el mismo en el anuario de la International Game Fish Association (IGFA) es green trout, de modo que el usado en Cuba podría muy bien ser una traducción literal.

La distribución de la especie foránea comenzó en diciembre de 1929 por personal de la Secretaría de Agricultura y entregas a dueños y arrendatarios de fincas rústicas, interesados en mejorar la fauna acuática de sus localidades. En un artículo publicado en 1941 por la revista TIMON, el ictiólogo Dr. Mario Sánchez Roig advertía: "Desde luego que antes de introducir en las aguas dulces de Cuba esas especies extranjeras, se estudió detenidamente su posible relación con las nuestras en todos sus aspectos, considerando la utilidad, hábitos y abundancia de cada una...¨

¿AMIGA? ¿ENEMIGA?

La lobina se acomodó bien a las condiciones de los acuatorios cubanos. Demasiado bien. Halló aguas limpias, abundante alimento y casi ninguna competencia. El único depredador que objetivamente podía causarle problemas es el manjuarí, una especie en retroceso. Pero hay muchas aguas sin manjuaríes y la novedosa trucha ocupo cómodamente la cúspide de la cadena alimentaria.

Donde hay depredadores existe necesariamente un depredado, de modo que el pasto más consistente y accesible vinieron a ser la biajaca criolla y los guajacones. Al cabo de unos años, a la trucha se le acusaba de exterminar a ambas especies , provocando que "los mosquitos comenzaran a reproducirse y a constituir una feroz plaga", según la carta de un indignado lector a la revista CARTELES en 1946.

Ni entonces ni ahora se han completado estudios acerca del papel de la lobina en la ecología de los ríos, lagunas y embalses cubanos, pero la mayoría de los pescadores deportivos fluviales del país considera que la biajaca no ha sido más perjudicada por ésta que por la también foránea tilapia, que la desplaza de sus nichos reproductivos, o por la contaminación de los acuatorios, a pesar de la alta resistencia a condiciones extremas que se le reconocen al endémico cubano.
A pesar de las escasas y a penas casuísticamente fundamentadas oposiciones, la lobina boquigrande captó en muy breve tiempo la atención de los deportistas y el apetito de los depredadores humanos. En 1938 una revista denunciaba a "una plaga de furtivos" que pretendían realizar grandes capturas con un aparejo ilegal denominado voladora. Se trataba de un tronco flotante de cañabrava, del cual partía una línea matriz con 10 o 12 reinales con anzuelos a los que enganchaban biajacas vivas. Otros usaban redes, arpones y dinamita.

LA LEY APOYA

Había quejas de despreocupación oficial, a pesar de que formalmente existía una protección legal a la especie. En fecha tan temprana como el 7 de marzo de 1931 la GACETA OFICIAL publicaba ya una resolución que prohibía la pesca, circulación y venta de truchas. Luego se crearon licencias para pesca fluvial y la Ley General de Pesca de 1936 prohibía hacer atajos, corrales y trampas para capturar las truchas y demás especies de los ríos.

El Decreto Presidencial número 1502 del 15 de mayo de 1937 estableció por primera vez una veda para esta especie, del primero de mayo al último día de noviembre de cada año. Este instrumento legal prohibía pescar truchas de un tamaño menor en largo a las 14 pulgadas y establecía en diez ejemplares el cupo de captura.

El reordenamiento legal de la pesca deportiva cubana, que se origina a partir del Decreto Ley 164, Reglamento de Pesca, promulgado en 1996, ha generado un conjunto de regulaciones que tienden a brindar protección a este pez. De especial significado es la Resolución 323-98, del Ministerio de la Industria Pesquera, la cual especifica que "al país le interesa conservar y fomentar la especie conocida con el nombre común de trucha (Micropterus salmoides floridana)".

Para lograr tales objetivos, la mencionada resolución decidió establecer un plan piloto de pesca deportivo-recreativa de la trucha en los embalses Cuyaguateje, Mal País II, Hanabanilla, Porvenir y La Redonda, con tallas mínimas legales de 25 centímetros para los dos primeros embalses, y de 35 centímetros para los tres restantes. En este grupo de represas la veda se declara durante los dos primeros meses del año, en tanto en los acuatorios restantes del país la restricción de capturas será de sólo un mes, del 15 de enero al 15 de febrero.

El cupo de captura deportiva para aguas fluviales está regulado en Cuba por la resolución 521-96, que establece una cuota máxima de captura de 15 kilogramos por día para cada pescador. Para pescar en embalses se requiere una licencia, que el deportista adquiere al precio de 25.00 pesos, moneda nacional, en las filiales territoriales de la Oficina Nacional de Inspección Pesquera (ONIP).

C&R

Uno de los pasos legales más importantes respecto a la protección de la especie Micropterus salmoides en Cuba, fue sin duda la firma por el ministro de la Industria Pesquera de la Resolución 260 del 31 de agosto de 1998, declarando acuatorios bajo régimen especial de uso y protección los embalses de Palma Sola, en la provincia de Villa Clara, y Voladora, en la provincia de Cienfuegos.

Según el cuerpo resolutivo de este documento, en dichos embalses sólo está permitida la modalidad pesquero-deportiva de capturar y soltar, con aplicación de una multa desde 200 hasta 2 000 pesos moneda nacional si el pescador infringe la norma. Un límite máximo de dos piezas es permitido si eventualmente las truchas mueren durante o como resultado de la acción de pesca.

El método conservacionista de "catch and release"¨ (captura y suelta) llegó a las competiciones cubanas de pesca fluvial con un certamen organizado desde España. En 1995, la revista SOLO PESCA, con sede editorial en Barcelona, seleccionó el embalse de Zaza, en el centro de la Isla, para celebrar su segunda Copa Internacional de la Pesca del Black Bass.

La cita de SOLO PESCA fue repetida en 1997 en la laguna La Redonda y el embalse Alacranes. Las reglas establecían que los ejemplares menores de 35 centímetros quedaban fuera de puntuación, en tanto las piezas válidas tenían que estar vivas para el pesaje y ser devueltas al agua inmediatamente después.

Esta especie constituye el principal atractivo para los aficionados locales en embalses y lagunas naturales. Los Torneos de SOLO PESCA pasaron en silencio para los cubanos, a pesar de que algunos campeones locales asistieron a la última cita por invitación expresa de José Manuel González López, entonces director de la revista hispana.

Un impacto diferente tuvo el certamen titulado Cuban All Stars Bass Open Tournament o Torneo Todos Estrellas de la Pesca del Bass en Cuba. El 6, 7 y 8 de marzo de 1998, bajo los auspicios de la filial de la Federación Cubana de Pesca Deportiva en la provincia de Villa Clara, compitieron en el embalse Hanabanilla los 14 pescadores de truchas de más alto escalafón en el país y dos profesionales canadienses.

En total fueron cobrados 46 ejemplares, la quinta parte de éstos con pesos superiores a las cinco libras. Allí respetaron con honestidad la talla mínima y la regla de soltar vivos los peces. Sobrevivió el 80 por ciento de las piezas y los expertos estiman que ese índice podría incrementarse con algunos requerimientos materiales y un mayor entrenamiento en las capturas.

Pero lo esencial fue que los cubanos mostraron por primera vez su voluntad de salvar el bass, su trucha. Lamentablemente, el certamen de C&R no ha contado con el respaldo de entidades turísticas que tendrían que estar interesadas en él para que los organizadores pudieran volver a convocarlo.

Llevará más tiempo lograr que la liberación de los peces sea asumida en forma consciente e individual por los aficionados de Cuba, pero las bases para la pesca deportiva responsable, con énfasis en el disfrute y la conservación, están echadas.

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