LA HABANA SUELTA LOS PECES ¿Pesca sin muerte en Cuba?
Revista Bitacora No. 3, verano 2000, p. 32-34

El de 1997 fue un año sorprendente para el deporte de la pesca en Cuba. Por una parte, la entrada en vigor del Decreto Ley 164, Reglamento de Pesca, brindó sustento jurídico a la afición y trajo a la cotidianeidad conceptos olvidados, como licencias, inspectores y, por supuesto, las multas por contravenir. Simultáneamente, en el principal enclave turístico para la pesca mayor en el archipiélago, Marina Hemingway, los dos torneos anuales dedicados a especies de pico se convertían en competiciones de marcaje y suelta de peces.

Aunque el paso último en apariencia fue sencillo y eficaz, en realidad se estuvo preparando la decisión final durante tres años. En ese período, la reglamentación de tallas mínimas para las especies de agujas más frecuentes en las aguas inmediatas, sirvió para que los patrones, marineros y pescadores locales apreciaran el interés de lo que los científicos denominan "pesca responsable".

En el trienio de 1994 a 1996 se había mantenido la regla de otorgar un punto por cada libra de pez de pico capturado, pero se limitó la talla mínima de cada especie. De tal manera, para ser consideradas válidas en el pesaje oficial, las agujas de abanico debían tener más de 30 libras, más de 40 las blancas y más de 80 las agujas de casta o casteros.

Mayo de 1997 fue el momento de la verdad. El Club Náutico Internacional Hemingway (CNIH), que tiene su sede el la marina que lleva el nombre de ese escritor norteamericano, convocó a los deportistas a lidiar bajo las reglas de tag and release. El XLVII Torneo Internacional de la Pesca de la Aguja Ernest Hemingway, estrenaba una nueva historia para la pesca deportiva cubana.

José Miguel Díaz Escrich, comodoro del CNIH, dijo que en el intento cubano habían colaborado el Club Náutico de San Juan, Puerto Rico, la International Game Fish Association, IGFA, de la cual él es uno de los representantes en Cuba, y The Billfish Foundation, un grupo internacional que patrocina estudios científicos para la protección de los peces de pico.

Entre los aportes de las mencionadas instituciones, fueron esenciales los correspondientes "tags" para implantar en el cuerpo de los peces y las tarjetas donde se asientan los datos de cada captura para su envío a TBF. Los bastones para el marcado fueron en su mayoría improvisados con listones de madera, y cumplieron bien su objetivo.

La Federación Cubana de Pesca Deportiva, por su parte, además de aportar los habituales jueces de competencia, reunió y buscó asesoría para una veintena de miembros, con el fin de que se desempeñaran como observadores y controladores de las reglas a bordo de las embarcaciones en competencia.

Cómo es el puntaje
El punto por libra continuaba siendo la norma básica de calificación para los peces conducidos al muelle, pero los límites inferiores de talla legal se asumieron entonces sobre la base de longitudes en pulgadas, medidas desde el extremo de la mandíbuloa inferior del pez hasta la depresión central de la aleta caudal. Así, con marcas realizadas en la banda del yate, podía determinarse con algún margen de certeza si la captura sería aceptada o descalificada por los jueces.

La aguja de pico corto (Spearfish), de rara aparición en Cuba, sólo sería válida si dicha medida era superior a 50 pulgadas; para la aguja de abanico se fijó un mínimo de 57 pulgadas, de 62 para la blanca y para el castero de 76. Las dos primeras especies recibían 55 puntos por su marcado y liberación, 75 se otorgaban a la aguja blanca y 125 a los casteros.

Si en principio hubo algo de escepticismo, la situación cambió cuando el señor Takaro Hirobayashi, de Japón, marcó y soltó un castero de un peso estimado en 140 libras, con lo cual el pescador daba muestra de deportividad al aceptar los 125 puntos reglamentarios correspondientes a su acción y dejar de ganar unos 15 de los que le habrían otorgado de acuerdo con la todavía aceptada puntuación en peso, pero manteniendo la vida al pez.

Reinaldo Curbelo, campeón individual del certamen de 1997, fue el primer cubano en practicar el tag & release y lo hizo repetidas veces. "Fue una experiencia interesante, deslumbradora, ver al pez retornar vivo a las aguas, después de haber brindado una espléndida batalla", manifestó Curbelo.

De 24 peces de pico lidiados en el XLVII Hemingway Internacional, 15 recobraron la libertad con un pequeño filamento plástico implantado al morro, cuya marca posee una numeración seriada que podría sel alguna entre los números 169 200 y el 169 300.

En el Hemingway de mayo de 1997 participaron 18 equipos, de ellos 4 norteamericanos. Meses después, en el XVI Torneo Internacional de Pesca Blue Marlin, se presentaron 17 equipos; de ellos 9 procedían de Estados Unidos. Este certamen es habitualmente inferior en "entry" al de la primavera, mientras los estadounidernses no habían pasado la cifra de 7 equipos durante los tres lustros anteriores. La noticia de la implantación del "T&R" en aguas cubanas había provocado algo más que curiosidad.

Llegó para quedarse
Durante 1998 las reglas del Hemingway Internacional se mantuvieron estables. En un informe que entregamos al CNIH, estimamos que, de haberse aplicado estas normas en el trienio de pruebas (1994-1996), se habrían dejado de sacrificar 12 agujas de abanico, 12 blancas y 7 casteros, pues sólo siete ejemplares de esta última especie alcanzaron pesos que habrían justificado su desembarque en pos de puntuaciones mayores que las 125 unidades previstas en las reglas de marcado y liberación.

Un nuevo avance se logró en el certamen de 1999, cuando las longitudes estandard reguladas para la aguja blanca y el castero se incrementaron en 10 pulgadas cada una, mientras se decidió otorgar puntuaciones superiores por el "T&R" -250 puntos por aguja de pico corto, de abanico y blanca, y 350 puntos por el castero-, con lo cual se desestimulaba el sacrificio de peces en situaciones de duda.

Sólo cuatro peces, en 52 capturas, fueron llevados al pesaje en 1998. Como resultado de las medidas comentadas, las 34 agujas cobradas hasta la banda de las embaracaciones en 1999, nadan libres en la Corriente del Golfo. En tanto, la inscripción de equipos en los dos últimos torneos Hemingway se elevó hasta 39 yates el año pasado y 63 en el actual. Los norteamericanos han sido mayoría, con 26 y 50 embarcaciones, respectivamente.

Llevará más tiempo lograr que la liberación de los peces sea asumida de forma consciente por todos los aficionados de Cuba. Tallas mínimas legales y límites de captura se han adelantado por la Comisión Consultiva de Pesca nacional. Las bases para la pesca deportiva responsible, con enfasis en el disfrute y la conservación, están echadas, como veremos en un próximo artículo sobre los torneos de pesca de la trucha.

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