EL TORNEO HEMINGWAY EN SU AÑO DE ORO
BITACORA. No 4, otoño 2000, p. 46

Inaugurado el 26 de mayo de 1950, bajo los auspicios del Club Náutico Internacional de La Habana, el torneo cubano de la pesca de agujas Ernest Hemingway alcanza su cincuentenario consagrado como real clásico del deporte del sedal y los anzuelos en el país y convertido en uno de los certámenes más antiguos del orbe en su categoría.

Después de la época inicial, en vida del escritor que le ofreciera su nombre y principal trofeo, el concurso dejó de convocarse sólo dos años, 1961 y 1962, para resurgir de inmediato como un pujante tope nacional que inoculó el afán competitivo a pescadores de todos los rincones del archipiélago.

Aquellos, iniciadores de un nuevo período, ganaban el ascenso al Hemingway en competencias eliminatorias provinciales e incluso desde nivel de municipios. Esto alentó en unos cuantos aficionados locales el interés por la pesca y dejó como saldo un cierto número de expertos.

El torneo recuperó su perfil internacional en 1978. El de ese año fue una fascinante aventura en la cual desempeñaron su papel la pasajera distensión en las conflictivas relaciones entre Estados Unidos y Cuba, la audacia creativa de algunos funcionarios del turismo local y la experiencia fundacional de unos pocos que, como Manuel Bell Gorges, Blakaman, habían visto nacer el Hemingway. Los canales de Barlovento, "la Villa de la Aguja", recibieron una avalancha de yates norteamericanos, además de los que acudieron a competir procedentes de Venezuela, México, Suecia, Alemania, la Unión Soviética y el país sede. La captura y pesaje de 108 agujas quedó desde entonces como una marca imbatible.

Trashy Lady: de una vez por todas

La "Villa de la Aguja" es hoy la comunidad Marina Hemingway. Del 15 al 20 de mayo pasado los canales se veían más repletos de embarcaciones y había un trasiego inusual en las oficinas del puerto. A la celebración del 50 Torneo Internacional de la Pesca de la Aguja Ernest Hemingway acudieron 43 yates con pescadores de Estados Unidos, México, Alemania, Puerto Rico, Perú, Italia, Colombia, Canadá, la debutante Yugoslavia y Cuba.

Como culta antesala del certamen deportivo, el lunes 15 la Cátedra Hemingway del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, propició allí el recuerdo de otra efeméride: el aniversario 40 del encuentro entre el entonces Primer Ministro Fidel Castro, hoy Jefe del Estado y Gobierno cubanos, con el escritor norteamericano. Testigos de la reunión de ambas personalidades, como Baudilio Castellanos y Alberto Korda, ofrecieron remembranzas de aquella ocasión.

El congresillo técnico, efectuado en la tarde del siguiente día, ajustó detalles respecto a la aplicación de la fotografía como prueba de validez de las capturas, o más exactamente, de las operaciones de marcaje y liberación. El reglamento, suscrito en general a las normas de la International Game Fish Association, IGFA, exige que todas las especies de pico deben ser liberadas.

Un pez muerto en la lidia, puede ser desembarcado y optar por 100 puntos, pero sólo si la longitud entre la mandíbula inferior y la horquilla de la cola cumple con los requisitos de talla mínima recomendados por The Billfish Foundation. La liberación de un pez de pico ofrece 320 puntos si se trata de una aguja de casta (Blue Marlin) y 300 si es una blanca (White Marlin), de abanico (Sailfish) o de pico corto (Spearfish). El marcaje se premia con 50 puntos para todas las especies.

A las 9 de la mañana del miércoles 17 dieron la señal de arrancada y las embarcaciones partieron raudas a buscar sus pesqueros. Cada capitán tenía a mano una carta náutica especialmente diseñada para el torneo, con la zona de competencia -del río Banes a Boca de Jaruco- marcada en cuadrículas. Sea por intuición, por análisis o siguiendo simplemente la experiencia local, lo cierto es que la mayoría de las acciones durante los cuatro días de competencia se concentraron en la cuadrícula F, un área de mar próxima a la costa entre la Boca del Morro y Cojímar, conocida desde hace décadas como la Milla Hemingway.

Pasados 32 minutos del cañonazo inaugural, el Erika anunció por radio su primer marcaje en esa zona, válido para premio. Segundos después hubo el reporte de un dorado, pero las verdaderas acciones no comenzaron hasta después del mediodía.

Mucho Trashy Lady

Este yate, que barría las mismas cotas con sus cuatro sedales a remolque, sacó a todos del sopor del meridiano con su castero. Glen Mmiller (sic) tomó el inicial; dos horas después marcaron el de Bill Slaughter y apenas 10 minutos más tarde Glenn Tatem acercó el suyo a popa para que le hincaran el tag. Fue una tarde divertida de verdad y sus 1 110 puntos los tuvieron disfrutando hasta el mismo día de la premiación.

Los demás, que no estaban allí sólo para verlos hacer música con sus sedales de 50 libras de resistencia, rastreaban sin cesar la misma cuadrícula o se aventuraban más al este. A bordo del Erica seguían esforzándose como buenos punteros y cobraron otro castero el segundo día, para acercarse a los premios y, únicos afortunados en la cuarta jornada, ganar los 1 090 puntos del segundo lugar con el marcado y liberación de una aguja de abanico.

El tercer puesto por equipos de la competencia internacional recayó en los tripulantes del yate Francesca III. Estos lidiaron un castero en la prueba inicial, menos de una hora después del que abriera la cuenta del Trashy Lady, y luego otros dos cayendo la tarde del tercer día. Fue mala fortuna que uno de estos lo dejaran ir sin la marca, pues los 50 puntos que perdieron les hubieran servido para ascender una posición.

Un premio muy interesante fue el que recibió el mexicano Luciano Gómez Laredo, del Club de Regatas Corona, que hace unos meses rompió en su país un importante y antiguo récord del sábalo; vino a La Habana sólo a cobrarse el trofeo al mayor dorado de la cita, al que accedió con un ejemplar de 48,3 libras de peso.

Una docena de embarcaciones logró capturas durante el internacional. Se marcaron y soltaron 13 casteros, dos agujas blancas y tres agujas de abanico. Dos casteros fueron liberados sin implantarles el tag. Un curioso ejemplar de esta especie, sin pico, fue llevado a tierra pero no entró en puntuación, debido a que le faltaron siete pulgadas para el mínimo de 86 que reclama The Billfish Foundation.

La pieza comentada es una muestra de lo que han avanzado las reglas de tag & release en el Hemingway desde su implantación en 1997. Este castero pesó 158,6 libras y fue declarado "no válido"; en el XLVII Hemingway Internacional, los dos casteros llevados a tierra y aceptados por las reglas pesaron 155,5 y 139,5 libras, respectivamente.

De entonces a acá, se incrementó en 10 pulgadas la talla mínima aceptada de casteros y agujas blancas y se aumentó la puntuación del marcaje y liberación para alentar la conservación de los peces de pico, mientras quedó definitivamente excluida la antigua norma de ofrecer un punto por cada libra de peso de los ejemplares sacrificados.

Bien por el 50 Torneo Internacional Ernest Hemingway en éste, su año de oro.

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