LA CUESTION ESA DEL BASS EN CUBA
25 septiembre 1997

Cuando en 1977 el presidente norteamericano Jame Carter entreabrió la puerta a sus gobernados para que viajaran a Cuba, lo primero que hicieron muchos ciudadanos de ese país fue echar dos mudas de ropa en un bolso y tomar el avión para La Habana con las maletas tan llenas de aparejos de pesca que no cabrían en un estante de la tienda Capt. Harrys en Miami.


La pasión por la pesca deportiva en aguas cubanas la había sembrado Ernest Hemingway en sus connacionales desde principios de la década del ’30 y el embargo posterior a 1960 no hizo sino acrecentar el mito y la sed de los fanáticos norteños por cruzar el estrecho de la Florida.
Echado otra vez el cerrojo por la administración Carter y reforzarlo con todo tipo de advertencia por los que vinieron después, el interés de la pesca en aguas cubanas costó al texano Dan Show una condena a cárcel, trabajo comunitario y fuerte multa en 1990.


A este pez, el bass, los cubanos han tomado la manía de llamarle “trucha”, desde que hace ocho décadas fue introducido desde la Florida a una finca en las cercanías de La Habana. El título verdadero el centrarquito, en idioma de Castilla, es Lobina negra boquigrande y responde al marbete científico de Mycropterus salmoides.

Por sus propias aletas y con la ayuda interesada de algunos aficionados locales, que sabían de su enérgica arremetida a los engaños del anzuelo, esta fingida trucha estuvo pronto en casi todas las aguas del interior del archipiélago, desde el occidental río Cuyaguateje hasta el Cauto de oriente.


SEÑORES, A PESCAR
Uno de los lugares donde el bass se aclimató mejor fue en la Laguna del Tesoro, un escondido acuatorio natural de 800 hectáreas de superficie, aislado del mundo por siglos en medio de los humedales desmesurados de la Ciénaga de Zapata.


Allí iba a pescarlo Hemingway con un amigo cubano propietario de un hidroplano, y allí descubrieron al gran bocazas los redactores de la revista norteamericana Field & Stream, que en 1977 describieron la laguna como el mejor lugar del mundo para la pesca del bass.
Ken Shultz, el autor del artículo, fue el primero en dar la alerta de que en Cuba podría estar el próximo récord del mundo en la especie Mycropterus salmoides, inalterable desde 1932, y comenzó entonces un tráfico silencioso y apasionado de pescadores en busca, al menos, de un récord personal.


Lento ha sido el turismo cubano en admitir el valor de este recurso. Al pez se le atribuyen excesos depredatorios contra la ictiofauna autóctona, ya en desventaja ante la repoblación masivas de otras foráneas, fomentadas con interés económico.


Los verdaderos deportistas locales, en tanto, hace más de un cuarto de siglo organizan torneos nacionales para la pesca de la “trucha” y uno de sus campeones, Samuel Yera Pompa, figura desde hace dos años en el “10 Pound Bass Club” de la Asociación Internacional e Pesca Deportiva (Internacional Game Fish Association, IGFA).


Además de la Laguna del Tesoro, donde se explota un conjunto hospedero llamado Guamá, se promueve la pesca fluvial como reclamo turístico en Maspostón y, Laguna Grande y embalse La Juventud (Pinar del Río), Alacranes y Hanabanilla (Villa Clara), Zaza (Sancti Spíritus), La Redonda (Ciego de Avila) y en las represas de Porvenir, Muñoz y Mañana de Santa Ana, en Camagüey.


Son lugares magníficos, pero no gozan de la décima parte de la buena publicidad que se dan enclaves con la mitad de las posibilidades de estos en Europa o Norteamérica. Y, por supuesto, son menos atendidos. Probablemente debido a que no hay un margen de ganancia para este fin.
La Corporación de Turismo Cubanacán explota un reservorio de bass en Virama, provincia de Granma, y dos empresas foráneas, TES Internacional, de Italia, y Canadá-Cuba Sport and Cultural Festivals, operan con turistas amantes de la pesca desde sus respectivas regiones.

UN TORNEO ESPAÑOL EN EL CENTRO DE CUBA
Hace más de una década, un lote de boquigrande colectados en la represa cubana Hanabanilla, fueron llevados al Texas Park & Wildlife para su estudio y los expertos norteamericanos, dijo Dan Show, comprobaron que los ejemplares crecían con mayor rapidez que sus bisabuelas de la Florida.


Una impresión parecida se llevó un calificado español, quien, después de recorrer varios acuatorios, escribió en la revista SOLO PESCA: “Este bass de Cuba posee una fuerza que en comparación con el nuestro, resulta el doble”.


La publicación, con casa editorial en Barcelona, organizó un torneo en septiembre de 1995 para pescar el bass en la represa Zaza, la mayor del archipiélago, y acaba de repetir la experiencia con la celebración de la III Copa Internacional de Pesca de Black Bass en la Laguna La Redonda (Ciego de Avila) y el embalse de Alacranes (Villa Clara).


Vinieron 11 parejas, entre tres españolas, una de periodistas holadenses especializados en pesca recreativa y varias del Caribe, incluídos los campeones cubanos Samuel Yera y Elio Ravelo, ganadores este año del Torneo Nacional de pesca de la Trucha Incendio de Bayamo. Los primeros lances, efectuados el 19 y 20 de febrero en “La Redonda”, colocaron en los puestos de vanguardia a los antillanos Luis Ortiz y Carlos Ríos (equipo 4) y a Luis Villafañe con Ángel Hernández (equipo 14), ambos dúos con 12 peces cada uno.


Para el tercer puesto nominaron los españoles Julián López y Benjamín Pí, con una “Trucha” menos, pero apenas comenzaron su última manga en la represa Alacranes sucedió lo que todo pescador espera: un bass de 6,9 libras tomó el presentado por Julián y acabó convertido en su récord personal e impuso final para el liderazgo de la cita.

Después de pesados y medidos, los peces fueron devueltos vivos al agua, de acuerdo con las actuales tendencias ecológicas de la pesca recreativa. “Alacranes” desencantó, con sólo ocho capturas en las jornadas del 21 y 22 de febrero, pero en “La Redonda” se lograron 91 peces, saldo que reafirma la fama de coto excelente de la laguna avileña.

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