Conservación y manejo
LA CLAVE DEL TESORO VERDE

Destacado por su alta tasa de endemismo y su significativa biodiversidad, el patrimonio ecológico cubano es respaldado por la ley y cuenta con un Sistema nacional de áreas protegidas que abarca hoy día el 13.6% del territorio nacional.

Armonizar el cuidado de la naturaleza con las necesidades del desarrollo económico es un objetivo complejo, sobre todo cuando escasean los recursos materiales para dar cumplida respuesta a una y otra vertientes de la cuestión. Pero algunas señales parecen revelar que la voluntad se abre paso.

Las diversas facetas de este asunto y algunos logros de interés fueron tema de debate a principios de febrero en Caibarién, provincia de Villa Clara, durante el I Taller Nacional de Conservación y Manejo de Áreas Protegidas, organizado por la Empresa Nacional para la protección de la Flora y la Fauna.

Como aspecto trascendente, el encuentro definió la necesidad de vínculos más estrechos de los procesos ambientalistas con la práctica pedagógica. Se reconocieron avances formales en la educación ambiental, no así en otras potencialidades de la cuestión.

A criterio de los especialistas, se emplean poco las vías no formales de impartir cultura de la naturaleza en los escolares, mediante visitas a las áreas protegidas, y en general consideran insuficiente la interrelación de éstas con la comunidad.

— En la medida en que se contribuye a la educación ambiental, la población opina y exige más por la protección del recurso —planteó en el taller el Dr. Jorge Ramón Cuevas, ecólogo y director del programa televisivo Entorno—. Se preocupa el pescador por la disminución de los peces y el habitante ribereño por los manglares que languidecen, puntualizó.

En ocasiones se pretende que la creación de un área protegida implica el desplazamiento de los pobladores de su territorio, cuando la realidad indica que el hábitat humano puede ser parte del uso sostenible de la naturaleza y se debe enseñar al hombre a vivir con ella, a apreciarla y protegerla en su propio interés.

El uso sostenible.
— Conservación es uso sostenible — afirmaba el doctor Vicente Berovides, profesor de la Universidad de La Habana—. Si las áreas protegidas no aportan un beneficio, carecen de futuro. Hay que hacerlas rentables.

Aunque tal rentabilidad no es exclusivamente de orden económico, sino un más amplio concepto de utilidad, que lleva aparejado el interés por el sostenimiento del recurso, los ecólogos comienzan a interesarse por valoraciones que hagan comprensibles sus argumentos para quienes toman las decisiones económicas.

Como punto de partida para el manejo ambiental, los analistas insisten en la importancia del inventario de especies de la flora y la fauna y en su monitoreo periódico a fin de controlar el estado del recurso.

Una muestra que revela el valor de esta recomendación fue la presentación de un estudio acerca del incremento de la población de flamencos en Cayo Las Picúas, cuyas crías sumaron 7 350 el pasado año de 1995, cuatro veces más que un lustro antes, lo cual indica la existencia de condiciones muy favorables para la especie en el lugar.

El conocimiento del estado de un recurso natural permite, digamos, tomar decisiones para el aprovechamiento de un área boscosa: si la tala es factible o si es más aconsejable fomentar un bosque energético para cubrir las necesidades de leña.

En este sentido, los especialistas de la empresa Flora y Fauna han creado incluso normas que posibilitan la extracción de materias primas para producciones artesanales de sombreros, escobas, brochas y otros artículos de amplia demanda, sin peligro para la supervivencia de la vegetación.

Acciones protectoras.
La biotecnología fue en ayuda de los técnicos de la entidad en Villa Clara. Detectaron que una especie de cactus endémica estaba a punto de desaparecer a causa del avance e la explotación de una cantera y lograron su reproducción mediante la técnica del cultivo in vitro, para su posterior reubicación.

Debido a que las acciones depredadoras pueden ser tan diversas como sus víctimas, cada especie animal o vegetal amenazada requerirá muchas veces una acción específica para su rescate, de ahí la complejidad de este empeño.

Una población de grullas, el ave cubana de mayor talla, es objeto de cuidadosa observación en la ciénaga de La Guayabera, provincia de Sancti Spiritus. Desaparecidos sus antiguos enemigos, los perros jíbaros, ahora se impone limitar el incendio de los pastos para que sobrevivan los nidos.

En ocasiones o basta detener la destrucción, sino hay que atender otros requerimientos ambientales, como ocurre con la insuficiencia de palmas secas con cavidades en los troncos donde puedan anidar las cotorras en algunos cotos. Se opta por la reproducción de animales en cautiverio, o de plantas en viveros, cuando es viable.

Los naturalistas consideran que existe entre nosotros cierta confusión en relación con el concepto de ecoturismo, pues los ambientes más valiosos son justamente los más vulnerables a la sobrecarga de visitantes. Velar por su cuidado y proponer normas para su mejor explotación se asumen por ellos como deberes.

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