Próxima Marina Hemingway al alcanzar el tope de atraques
(11 de mayo de 1995)

Por primera vez desde los grandes torneos de pesca de finales de los años ’70 la Marina Hemingway se halla abocada a la necesidad de evaluar una potencial ampliación de sus capacidades de atraque.

El incremento de arribos al principal puerto turístico cubano, sobre el litoral oeste de la capital, captó la atención cuando se esperan unos cuarenta equipos para competir en el 45º Torneo Internacional de la pesca de la aguja Ernest Hemingway, en tanto del centenar de atraques disponibles más de la mitad estaban ocupados o previamente reservados.

En 1978, la interrupción por el gobierno de James Carter de la vieja prohibición de viajar a Cuba que desde los ’60 se impuso a los ciudadanos de Estados Unidos, provocó una respuesta masiva a las primeras convocatorias de los torneos de pesca de aguja convocados por Cuba, con tensiones en la prestación de servicios a los yates visitantes que tuvieron que ser sorteadas con buen humor y soluciones criollas de una parte, y con paciencia por la de los visitantes, más que otra cosa admirados de poder hallarse en el país donde vivió su compatriota Hemingway.

El retorno a la política restrictiva y su endurecimiento posterior motivaron que el servicio de la Marina flotara cómodamente sobre sus cuatro excelentes canales, aunque solo una parte de los puestos de amarre contara con los servicios que requiere el yatismo. Aunque el sitio de los norteamericanos en la demanda de la oferta náutica cubana haya sido en parte ocupado por europeos, latinoamericanos, e incluso japoneses o sudafricanos, las estrategias de renovación del producto e los últimos años han tenido una eficacia que reclama mayor capacidad de recepción.

José Miguel Díaz Escrich, comodoro de la Marina y del Club Náutico Internacional Hemingway, reveló a principios de mayo de 1994 que los arribos de yatistas a la instalación se habían cuadruplicado en los dos años precedentes, en tanto la tendencia vigente del arribo de embarcaciones apuntaba al incremento. Mientras solo un centenar de yates atracó en Marina Hemingway durante 1993, en el año siguiente la cifra fue de 420 embarcaciones.

Cinco días antes del Torneo Hemingway (15 al 21 de mayo de 1995), había en la Marina 60 embarcaciones atracadas y se esperaban nuevos arribos, incluidos varios megayates, de más de 110 pies de eslora, sin contar a los equipos competidores. “Ha llegado el momento de pensar en una reserva de torretas de atraque”, concluyó Escrich, al referirse a la probable insuficiencia en la disponibilidad de puestos de amarre habilitados con agua, electricidad y servicio telefónico.

No obstante, el tono del anuncio distaba bastante del desaliento, puesto que indicaba una recuperación por la cual la Marina debió de haber trabajado con intensidad en la sombra. La confirmación de la asistencia al Hemingway de una docena de equipos norteamericanos, el doble de la mayor inscripción de esa procedencia desde 1980, era un síntoma alentador y algunos corresponsales foráneos lo consideraban como un reflejo colateral de los recientes acuerdos migratorios adoptados entre los Estados Unidos y Cuba.

La oferta de atraque y visa gratis puede haber tenido alguna influencia en este saldo, reconoció Escrich, aunque verdaderamente la promoción del Torneo, simultáneamente cuidada por el CNIH y la Marina Hemingway, mostró una elevada profesionalidad de la cual probablemente adoleció la cita en muchos años.

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