CASTEROS DE OTOÑO
MAR CARIBE, Noviembre 1995

En The Fishermen’s Enciclopedia, un excelente tratado sobre pesca deportiva publicado hace casi medio siglo, aguarda al lector una reveladora sinominia en la denominación de uno de los peces deportivos más fascinante del océano. Se trata del castero azul del Atlántico (Makaira nigricans), que el libro identifica -en inglés- como Blue Marlin y a continuación como Cuban Marlin.

Es decir: Aguja Cubana o, mejor, Castero Cubano. Esta designación de autores norteamericanos, valoriza la información del pescador y escritor de la misma nacionalidad, Kip Farrington, quien en uno de sus libros plantea que el primer pez de esta especie cobrado con vara y carrete en el Atlántico fue embarcado frente a las costas de La Habana en 1924. No informa quien fue el afortunado deportista.

Desde las importantes investigaciones ictiológicas desarrolladas a mediados del siglo pasado por el sabio naturalista Don Felipe Poey, la experiencia corrobora año tras año que la más abundante corrida de casteros ocurre a la altura de las costas habaneras durante septiembre y octubre, los lluviosos meses del otoño cubano.

Es esta precisamente la época de más frecuentes huracanes en la región, aunque Ernest Hemingway dijo en su momento que la temporada ciclónica podía ofrecer los mejores días del año para la pesca, siempre que no hubiera algún ciclón en activo, por supuesto.

La abundancia de peces en la Corriente del Golfo es siempre una tentación para los deportistas del sedal y los anzuelos. Desde 1978 esta atracción ganó auge competitivo con la instauración del Torneo Internacional de la Pesca del Castero, auspiciado cada año por la Marina Hemingway.

En la segunda edición de esta cita se lograron sobrepasar todas las expectativas de buena fortuna. Varias agujas de casta de gran talla fueron izadas a los barcos; la mayor d ellas, con un peso de 569 libras, dio un record memorable al norteamericano Phillip Caputo, que pescó en ese certamen a bordo del yate Candide II.

Hace poco la joven Marina Tarará incorporó una nueva cita competitiva a la temporada otoñal. En este enclave de la cadena náutica algo en realidad excelente y que posibilitó que en casi todas las embarcaciones hubiera acción.

Algunos la tuvieron con mucha abundancia, como la lancha Omega, de sólo 19 pies de eslora, a bordo de la cual dominaron cuatro agujas blancas, dos de abanico y un castero, labor que hizo merecer al equipo cubano el segundo lugar del XIV Torneo Internacional del Castero.

El trofeo principal de la cita en Marina Hemingway fue para los españoles José Luis González, Miguel Angel Fernández y Joaquín Valls, debutante representación catalana cuyos cinco peces pesaron en conjunto 370,8 libras y superaron en poco más de dos libras al colectivo de Omega.

El campeón de campeones en el II Torneo La Hispanidad fue el canario Venancio Parra, que completó 311,1 libras con trescasteros. Su coterráneo Joaquín Quiles, un entusiasta promotor de estos certámenes, cobró la mayor aguja, de 180,8 libras.

Como si el paso del tiempo confirmara la sabia apreciación de Hemingway, la doble cita fue un éxito… a pesar de que el día de sus respectivas aperturas el huracán Roxanne encrespaba los mares al suroccidente de Cuba y se movía lento y a rumbo incierto, como hacen siempre estas amenazantes perturbaciones atmosféricas.

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