Revista Mar Caribe, No. 3, junio, julio, agosto de 1994, p. 66-68
Pocas agujas y mucho entusiasmo en esta nueva edición del clásico, matizada por la presencia, vara en ristre, de Mina Hemingway, nieta del escritor
Es demasiado simple creer que la pesca de agujas fuera el único aliciente que hizo a Ernest Hemingway establecer hogar en Cuba durante más de dos décadas. En la Isla encontró, naturalmente, mucho de lo que requería su intensa vitalidad, incluido un lugar para trabajar en paz y desde donde iniciar sin complicaciones cualquiera de sus viajes. Pero la pesca fue importante para él. La practicó y escribió acerca de ella en casi todos los lugares donde estuvo, y no es secundario que en una ocasión anotara que solo necesitaba 45 minutos para trasladarse desde Finca Vigía a la Corriente del Golfo.
Hemingway es menos leyenda en La Habana que en cualquier otro sitio del mundo. No es a un mito viviente a quien invitaron en 1950 a fundar un torneo con su nombre, sino a un deportista relevante que varios lustros antes había obtenido un record local con una aguja de casta de 468 libras y cobrado siete peces de pico en una jornada. El certamen no era el primero organizado en Cuba, pero se mantiene como uno de los más antiguos entre los celebrados hoy dia en cualquiera de los mares del planeta. Sólo dejó de efectuarse en dos ocasiones -1961 y 1962- y aunque durante varios años unicamente fue convocado con carácter nacional, recobró su original condición internacional en 1978.
Una historia interesante ha tenido lugar en La Habana durante los últimos 17 años. Cuando una leve distracción de las tensiones políticas entre los dos paises lo hicieron factible, los yates norteamericanos arribaron en masa a la capitalina Marina Hemingway. Esto ocurrió en 1978 y 1979, cuando se celebraron dos buenos torneos con más de 6 ooo libras de captura en cada uno y ejemplares de magnífica talla.
Aunque el evento respeta la esencia de las reglas competitivas establecidas por el escritor, ha habido algunas mejoras. En la actualidad se ha reducido de 50 a 30 libras la resistencia de línea aprobada para la competencia, y está ganando terreno la idea de incluir el certamen en la modalidad "tag and release", respaldada por los verdaderos deportistas de todo el mundo para proteger las especies.
Desde sus inicios y en los primeros años de su actual etapa, los norteamericanos han sido los principales participantes; sin embargo, a partir de 1980 no les resulta fácil obtener permiso gubernamental para viajar a la Isla, y otras naciones han comenzado a liderear la justa, como por ejemplo Venezuela, Mexico y ultimamente España. La nómina de paises que han estado representados desde 1978 supera los 30.
Un ejemplar de 129,7 libras
Añejas reglas periodísticas indican que debe comenzarse a redactar la noticia por lo más importante. Entonvces para iniciar mi relato del 44 Torneo Internacional de la Pesca de la Aguja Ernest Hemingway , tengo que referirme al competidor griego Nikkis Papadakis. A bordo de su barco, un magnífico Bertram 54 nombrado
Hasta el momento de esa malograda captura, el italiano Pietro María Terragni -a bordo del
Antes de cumplirse el término oficial llegó al muelle el
Joaquín Quiles, deportista de Islas Canarias y compeñero de equipo de Terragni y del cubano Alberto Hernandez, dominó a este pez de 129,7 libras y completó la victoria del team con un total de 176,6 puntos, que llevó sus nombres a la base de la Copa Hemingway instituida en 1990. Se precisa ganar tres veces el torneo para llevarla a casa y hasta la fecha nadie lo ha logrado. "Esta ha sido la más complicada y bella captura de mi vida, a pesar de que mi record personal es un 'blue marlin' de 725 libras", expresó Quiles. El pez que le dio ahora la victoria luchó durante 32 minutos: picó frente al castillo del Morro, saltó 23 veces y lo sacaron del agua a las 18:22. En Canarias tienen una sociedad de pesca denominada
Este conjunto trinacional arrasó con los premios del evento: primer premio por equipos, primera aguja del torneo, mayor pieza del primero y del cuarto día de actividades, ejemplar mayor del torneo y máximo acumulador individual. Junto a la tripulación, integrada por Filiberto Díaz, Adalberto Hernandez y Francisco Peña, todos recibieron obsequios del Club Náutico Internacional Hemingway, Cubatabaco, Guitart Hoteles, Goldstar, Coposa, Heineken, WSD, Photoservice, Benetton, Castrol, Cubanacán SA, Esicuba y Artex.
El segundo y tercer puestos fueron ocupados por las tripulaciones del yate Barracuda -Hicham Kobrosli fue el mejor acumulador- y del Columna I. A bordo del Water Mellon debutó un equipo egipcio que se caracterizó por sus sistemáticas capturas. Osman Syman llevó al pesaje un dorado de 15,5 libras en la prueba de apertura y luego una aguja de abanico de 39,6 libras, mientras la señora Hoda Sawiris cobró un dorado de 42 libras y 8 décimas. Recibió el premio a esta especie y, en colectivo, el otorgado por la firma cubana Labiofam a la tripulación más joven.
El 44 Torneo fue una fiesta deportiva. Se encontraron amigos de medio mundo y todos estuvieron de acuerdo en que la cita habanera va camino de mejorar sus reglas. Pocos o muchos peces pueden venir, pero siempre será un placer hallarlos en la Corriente del Golfo a la vista de La Habana, luchar con ellos de acuerdo con las reglas que eheredamos del novelista y formidable pescador norteamericano y llevar a casa un premio auténtico y único en el mundo desde hace medio siglo.
Mina Hemingway en las aguas del abuelo
Patrick Hemingway, el segundo descendiente del escritor norteamericano que hizo famoso este apellido, quería tener un hijo. Pero en cambio tuvo una hija y se dijo: "Bueno, está bien, tú tambien puedes dedicarte a esto", y la enseñó a pescar. Por entonces vivían en la costa oriental de Africa, en la misma región donde Ernest Hemingway había realizado dos safaris de caza en 1933 y 1953, después de los cuales probó suerte en la pesca y logró algunas capturas de agujas de abanico, dorados y otros peces en el Oceano Indico.
Allí nació Edwina Downey Hemingway, Mina para sus numerosas amistades, y cumplió el deseo de su padre al convertirse en una buena deportista de vara y carrete.
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