PESCAR EN COCHE
(CRONICA NOSTALGICA DEL TORNEO QUE NO VIVI)


No fui a Bayamo y lo siento. Me perdí los despertares friolentos en la ciudad magnifica. El amanecer increíble sobre las aguas de la laguna Leonero y las bandas de aves de caza levantadas sobre la neblina y los juncos como humo interminable y granulado.

Me perdí el último magisterio de los amantes al deporte de la pesca, que llenan el tiempo de viaje en la madrugada entre la urbe histórica y el amable prometedor, con la experiencia de los más expertos pescadores fluviales de Cuba, contado de asiento a asiento del ómnibus, mostrando el señuelo que consideran infalible.

Y se perdió la vivencia, porque no es igual imaginar, creer que uno sabe porque ya estuvo una vez, que recibir de sus protagonistas la emoción de la mejor captura y la tensa emulación entre los equipos punteros en el XI Torneo Nacional de la Pesca de la Trucha “Incendio de Bayamo”.

La provincia de Granma, la filial de la Federación Cubana de Pesca Deportiva y la Dirección de Deportes, allí, están haciendo una tarea de prestigio. La cita sumó un eslabón a la excelencia del clásico deportivo fluvial, único en Cuba en todos los tiempos.

El certamen tiene clase internacional, ya se verá en el futuro en que se decida probarlo. Mientras tanto, voto por Granma, por su nivel de organización y por la potencia de su entusiasmo.

Sin la visión de las dos jornadas de pesca, celebrada el ocho y nueve de enero último, quedan apenas la técnica y las estadísticas para narrar el torneo. Buenas estadísticas, eso sí, que son de agradecer en la pesca deportiva.

Ciudad de La Habana ganó este año el trofeo Incendio de Bayamo. Seguramente en apretada lucha, si tomamos en cuenta que el capitalino Gabriel Rodríguez fue el segundo hombre en acumulado, aunque oportunamente respaldado por el ya experto Samuel Yera, con 61,14 puntos entre ambos.

El primer lugar individual fue para Justo Rosales, del equipo Granma “B”, que siguió a la capital en triunfos colectivos, mientras Camagüey llegaba sin dramatismo al tercero.

La trucha mayor vino a manos del habanero Alfredo Viera, que logró un ejemplar de 8,14 libras. Una vez más invicto el capitalino Alfredo Duran, que ostenta el récord de esta lid con un pez de 10,0 libras cobrado en 1989.

Hasta aquí lo más significativo de las cifras, se escapan entre los números los mejores momentos y la fraternal compañía de los pescadores. La parte de la historia imposible de imaginar que hay que vivirla para contarla.

No fui y lo siento -ya lo dije- pero el año próximo iré de cualquier forma a pescar a Bayamo, aunque sea en coche.

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