LIDES INTERNACIONALES DE LA AGUJA


Una sonrisa de satisfacción, la que llevó de regreso a casa cada competidor, pudiera ser el símbolo del XLII Torneo Clásico Internacional de la Pesca de la Aguja Ernest Hemingway, celebra del 18 al 23 de mayo último en la capital cubana.

Fue un hermoso certamen, sin duda alguna, con buen nivel de capturas, animadas pruebas de pesca –cuatro en total- y un final inesperado siempre posible en el deporte del sedal y los anzuelos. Un panorama que resultó más completo con la eficaz dirección técnica de la Federación Cubana de Pesca Deportiva. El jurado lo integraron el doctor Manuel Paniagua, como presidente, Gustavo Iglesias, Orlando Bergery, Miguel Wong y Gerardo Hernández. La pescadora local, Leonor Ramos, fue noticia en la jornada de apertura con una aguja blanca de 53,0 libras de peso que la mantuvo hasta el último momento como principal aspirante al premio a la máxima acumuladora de puntos.

Briggitte Scholaster, de Alemania, se había adelantado algunos minutos a la cubana en reportar su pieza, por lo cual quedó en sus manos el trofeo a la primera captura del clásico, lograda a una hora y 12 minutos del disparo de la bengala de arrancada en la Marina Hemingway.

Por las damas también entró en competencia Darina Feglova, de Checoslovaquia, pero una cuarta mujer, la canadiense Lise Maurice, marcó dos veces y resultó la indiscutible para el galardón femenino, con 174,9 puntos, resultado de una aguja blanca inferior en media libra a la de la cubana Ramos, y un castro finalista que echó por tierra las esperanzas de la criolla.

BREGMAN A LA TERCERA

El Dr. David Bregman, de New Jersey, Estados Unidos de Norteamérica es un hombre cuya pasión se reparte en porciones iguales entre la cirugía cardiovascular, ciencia en la cual se le reconoce como una eminencia, y la pesca deportiva.

Bregman tiene un yate Viking de 48 pies de eslora nombrado “Herat Mender” (Remendador de Corazones), con el cual ha venido tres veces a la cita cubana. Recuerdo que, en la primera, la embarcación todavía tenía su antiguo nombre “Janice Ann” y el doctor capturó un pequeño dorado. En la segunda, Bregman logró una aguja que fufe la primera del torneo del ’91, y esta vez, por fin, vuelve el doctor al norte con varios títulos.

Un castero de 246,5 libras, dominado en una hora de pelea llevada a cabo de pie en la popa inundada por el oleaje, representó al estadounidense el premio a la mayor aguja (Trofeo Cubanacán), mientras un pez de pico adicional le completó 287,2 libras.

Con esa puntuación el deportista ascendió simultáneamente al título de máximo acumulador individual (Trofeo El Viejo y el Mar) y al tercer lugar por equipos (Trofeo Hemingway para esa posición), además de conquistar el Trofeo Fiesta, para el mayor dorado, con un pez de esta especie que pesó 25,8 libras.

En un gesto muy suyo, el Dr. David Bregman donó a Cuba los 2000 dólares recibidos como premio en metálico, mientras aceptaba sólo un dólar en simbólica retribución a su generosidad.

UN CORRIDO MUY MENTADO

Si entre los mexicanos que acudieron a la cita de pesca habanera existe alguno con dotes para la música típica de su país, seguro estará ahora terminando de componer una ranchera sobre las ocurrencias del XLII Hemingway, de las cuales los aztecas fueron principales protagonistas.

Cierto es que México tenía la mayor cantidad de equipos en competencias, con 10 yates de una flota general de 33, pero el hecho de que casi la mitad de los competidores con captura fuera de la vecina nación escapa del terreno de la estadística al de la excelencia deportiva.

Ellos no esperaron demasiado para comenzar a dar trabajo a sus oponentes. Francisco López Mena y José Ignacio Rivas, en el “Aguja blanca”, se encargaron en la segunda prueba de sumar dos capturas a la que había realizado en la inicial su compañero Herbert Baquedano.

Los 200,5 puntos así logrado dejaron al norteño Bregman todavía en cómoda ventaja equivalente al paso de un pez de pico de tamaño mediano, pero a la tercera arribada los dos equipos llegaron con bandera de captura izada y todo pareció decidirse

Con un castero de 105,8 libras López Menas conjuró el nuevo empuje del norteamericano, que iba a quedar 19 puntos por debajo de los 306 de su oponente, no obstante la aguja desembarcada ese día.

Todo parecía listo para un final sin complicaciones. El último día de cada torneo es generalmente pobre en capturas, pero quien iba a esperar que dos de las cinco piezas del día fueran de un mismo equipo. Y, lo que es peor, de un equipo que tenía en su acumulado una insignificante renta de 48,7 libras, que iban a adquirir finalmente una importancia monstruosa.

Ahí está la coincidencia: Jorge Algara, dueño de las pocas libras que decíamos, tenía como compañeros de equipo a Luis Barocio y Alfonso Chávez, autores de los nuevos aportes a bordo del yate Itabo, válidos nada más que para el premio Hemingway al primer lugar.

Salieron del anonimato a la fama, como en las telenovelas, y dejaron a sus esforzados coterráneos en un segundo puesto, distante 12 puntos, y al virtual favorito, David Bregman, en un tercero. Todos, con una sonrisa en los labios por los azares de la suerte y lo emocionante de la competencia.

Este año el Hemingway internacional volvió a pasar la barrera de las dos mil libras en el pesaje total de peces de pico, como resultado de 18 agujas blancas, cuatro voladoras y nueve casteros.

A pesar de algunos ausentes, el clásico va en alza y se anuncia mejor para el futuro.

OTRA VEZ GUANABO

Una semana después de concluido el clásico, la Empresa Turística Playas del Este celebró el V Torneo Internacional de Pesca Trolling Primavera ’92, en el enclave tradicional Marina Veneciana, en la desembocadura del río Guanabo.

Cita todavía pequeña, tiene sin embargo un atractivo particular para pescadores consagrados, que encuentran en esta segunda oportunidad internacional de la temporada un ambiente de encuentro intimo entre deportistas incansables en las lides de las varas y el carrete. También, claro está, que disponen de los dólares necesarios para pagar la inscripción en uno y otro torneo, pues sólo equipos especialmente invitados -como los que representan la FCPD- están exentos del requisito.

Esta vez asistieron 8 yates -14 ha sido hasta ahora la mayor asistencia en un año- con representantes de Argentina, España, Italia y Venezuela. Por Cuba compitieron embarcaciones de la Marina Hemingway, la Federación Cubana de Pesca Deportiva, La Base de Pesca de Guanabo y de la sede Marina Veneciana.

De las tres jornadas dedicadas a curricanear sobre la superficie intranquila de la Corriente del Golfo (29, 30 y 31 de mayo), la segunda resultó de un inédito “capotazo” general. El término, conocido entre pescadores de la costa noroccidental cubana, lo emplea con bromista acento Luis Rubio Casanoba, el anunciador oficial de los torneos, cada vez que arriba a puerto una embarcación sin captura.

El primer día -no es raro el suceso- quedó casi decidida la competencia. Alfredo Muñoz padre, el corresponsal de la AFP en La Habana, trajo a puerto una aguja de abanico de 49,5 libras, una blanca de 41,8 y una barracuda de 10,8, para una puntuación definitiva de 652,1 puntos y el primer puesto para Argentina.

Un castero de 125,4 libras que desembarcó al término de la última jornada el cubano Filiberto Díaz, elevó al segundo puesto al equipo de la Marina Veneciana y dejó en manos del deportista local el torneo a la pieza mayor.

Ulises Cordví, de la Base de Pesca de Guanabo, logró en la inaugural un castero de 59,4 libras (¿ha habido alguno más pequeño cobrado en torneos?) y una barracuda de 12,1 libras. La puntuación final 571,5 se debe a que el castero recibe 500 unidades por ejemplar más uno por libra. A la aguja blanca se le asignan 300 puntos por piezas y a la de abanico, 250. Al dorado le corresponde 30 puntos y, a todas las especies, uno por libra.

El balance general fue de dos casteros, tres agujas de abanico, una aguja blanca, un dorado y dos barracudas. Total: 386 libras.

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