INCENDIO DE BAYAMO
UN TORNEO ORIGINAL

LPV Suplemento de Juventud Rebelde, 20 de febrero de 1989


La capital de la provincia Granma no necesita presentación. Significa, para todos los cubanos, el lugar donde nació la patria. Recorrer sus calles es amarla.

El VII Torneo Nacional de la Pesca de la Trucha Incendio de Bayamo, no desmereció el prestigio de la histórica ciudad, y el deporte de los avios demostró estar en camino de adquirir un evento clásico y original.

Acostumbrados a encuentros consagrados por el tiempo, como los de la aguja, en Cojimar, y del pargo, en Boca de Camarioca, no poca sorpresa provocó en algunos visitantes comprobar que en aguas interiores también pueden efectuarse competencias de esta modalidad con notable nivel deportivo.

Bayamo brindó una cálida acogida a los participantes, quienes representaron a 13 provincias y el municipio especial Isla de la Juventud, con la solitaria ausencia de Guantánamo.

También asistieron equipos locales de los CDR, FMC y la Organización de Pioneros José Martí, seleccionados de combatientes del Ejercito Rebelde de Granma y Ciudad de La Habana y uno por la Corporación Cubanacán.

LA EMOCION DE PESCAR -O NO- UNA TRUCHA

A partir del momento en que un buen tirón de la línea del avio anuncia que una trucha ha tomado la lombriz artificial, varios pueden ser los desenlaces.

Primero, usted se apresura demasiado en atraer hacia la embarcación, y la Mycropterus salmoides abandona el juego, para ella muy serio, pues le va la vida. Perdió el pescador.

Segundo, le ha dado usted de comer, la deja correr y clava como todo u estilista, doblando el puntero de la vara casi hasta el cabo. Pero ella conoce su oficio, salta fuera del agua y le devuelve el avio, a veces sólo con la mitad de la carnada plástica. Dos a cero a favor del pez.

No se desespere, a fin de cuentas usted sólo debe presentar al pesaje tres ejemplares diarios, con la única condición de que midan más de 40 centímetros de longitud. Prepare nuevamente la vara, regule el freno del carrete y con un mamporro de goma de su color preferido -¡a ellas les gustan todos!- búsquelas por la superficie, próxima a la vegetación acuática, a media agua o casi a fondo

Con un ejemplar a la vista, trabajosamente remolcado por usted hasta cerca del bote, no intente izarlo por el nailon. Es fatal. Controle sus nervios, pero no confíe en que sobran seis horas para hacer la pesca, ni siquiera en uno de los mejores embalses del país, con la picada más frecuente que pueda imaginarse.

Leonero, escenario de los torneos nacionales de la pesca de la trucha desde 1983, cuenta con 65,4 kilómetros cuadrados de espejo de aguas, con numerosos y móviles cayos de espesa vegetación, donde una asombrosa fauna de aves de caza hacen del embalse un enclave cinegético privilegiado.

Según los lugareños, existían originalmente cinco lagunas separadas, hermanadas al paso del ciclón Flora, obra natural que completó el hombre en 1969, mediante un muro de contención.

En el tope de 1985 la suma de ejemplares capturados pesó 764 libras para un promedio por ejemplar de cuatro libras y tres onzas, récord para este indicador al cual se acercó la séptima cita, con 3,10 aproximadamente.

Junto a la embarcación, la buena pieza se debate todavía y, si no está del todo dominada, puede iniciar una nueva carrera y dejarle a usted con las ganas. Si es previsor, o ha ganado algo en experiencia, usará un salabre o chapingorro para sacar la trucha del agua con mayor seguridad.

Si lo logró, entonces sólo le faltan dos. Mire la hora, cada minuto de llegada tarde significa pérdida de puntos, y la descalificación después de la media hora de atraso.

LO MAS SIGNIFICATIVO DEL SEPTIMO

Una trucha de diez libras capturada por Alfredo Durán, del equipo Combatientes del Ejercito Rebelde de Ciudad de La Habana, nueva marca para el torneo, y ascenso por tercera vez el villaclareño Elio Ruiz al mayor escalón de los acumuladores individuales, constituyeron nota sobresalientes de la cita bayamesa.

Granma casi se lleva el resto de los lauros, pues el seleccionado cederista local tomó el máximo de 63,09 puntos a manos de los expertos Blas Llorente y Blas Fernández, para el primer lugar por equipos, aunque ele trofeo Incendio de Bayamo fue para el mejor equipo provincial, según lo establece el reglamento.

Los bayameses Enrique Domínguez y Asdrúbal Moreno, integrantes del Granma –A, totalizaron 57,06 libras, para retomar, con esta puntuación, el galardón que ya había ganado la pareja en 1987.

El equipo de la Isla de la Juventud fue dueño de la copa el pasado año, y Granma –B, Holguín, Villa Clara y Camagüey fueron los titulares entre 1983 y 1986.

El cierre de la laguna a toda actividad deportiva dos meses antes del encuentro, y el respeto estricto a la talla mínima, además de una prevista regulación de cantidad de ejemplares permitidos por jornada, y la limitación de estas a sólo dos domingos cada mes, constituyen medidas dignas de imitar en otras presas del país para lograr la proliferación de la dinámica especie.

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