PRESENTES LAS AGUJAS EN EL TORNEO HEMINGWAY
Tribuna de La Habana, 25 de mayo de 1988

Pese a algunos pronósticos desalentadores tras la primera jornada de competencia, el XXVI Torneo Nacional de la Pesca de la Aguja Ernest Hemingway concluyó en esta capital con resultados, al menos superiores a los alcanzados en la edición anterior del certamen.

Nueve agujas blancas, una de abanico, tres casteros y nueve dorados, que constituye el balance final de las capturas realizadas entre el sábado 21 y el domingo 22 por las 127 embarcaciones que salieron de la rada de Cojimar, no representan en realidad un resultado tan desfavorable.

La pesca de agujas blancas este año supera las de 1968 y 1987 e iguala a las del 1976, mientras la aguja de abanico, en tanto, no aparecía por esta agua -entiéndase, en fecha de competencia- desde 1985.

El trío de castero puede considerarse en verdad excepcional, pues sólo en 1969 y 1985 capturaron 4 ejemplares, respectivamente, mientras la especie estuvo ausente en 10 de los 26 torneos. Si nos referimos al peso promedio por pez, el de esta edición se ubica dentro de la serie cuyos valores anuales extremos son 88 libras (1969) y 393 (1985).

Ciertamente, no estamos ante un año de notable manifestación de peces de pico como lo fueron la décima y la decimosexta ediciones, en cada una de las cuales subieron a la balanza más de 50 agujas, pero ello no obliga a abrigar escepticismo alguno respecto a la programación de los torneos.

La ubicación de estos últimos en el mes de mayo se encuentra avalada, entre otras razones, por la experiencia de casi cuatro décadas, si tenemos en cuenta que en 1950 se efectúa por primera vez en Cuba un certamen de este tipo, cuya continuación actual es el Torneo Internacional que celebrara del 25 al 28 de este mes.

Pero además de este elemental motivo, apoyado en el conocimiento mucho más antiguo de los pescadores de aguja en la costa norte habanera –en primer lugar los de Cojimar-, las investigaciones realizadas por científicos cubanos de la década de 1970 constituyen un elemento de peso para ratificar este calendario.

En este sentido conviene tener en cuenta el estudio sobre las pesquerías de agujas cubanas, realizado por el doctor Darío Guitar y los especialistas Mar Juárez y José Fernández Milera, que deja bien claro que mayo es un mes tan favorable para capturar agujas blancas, como para el castero.

Respecto al primer día de esta competencia, al final del cual llegó a la pesa una no tan solitaria aguja -la otra fue descalificada porque la embarcación entró a puerto después de la hora señalada- el propio Fernández Milera lo explica como debido a las condiciones meteorológicas existentes y a los hábitos altamente especializados de las tres especies.

El exceso de iluminación y la extrema lentitud de las corrientes oceánicas fueron ese día factores desfavorables y casuísticos, pues las grandes agujas prefieren los días nublados y el mar rizado para acercarse a la superficie, y en ocasiones asomar sobre ella su impresionante aleta dorsal.

Por aquello de las dudas que quedan siempre a los que tenemos el deber de emitir una opinión, una llamada telefónica a la oficina del Instituto de Meteorología tuvo como resultado la reafirmación de que mayo es un mes cuya segunda quincena se caracteriza por lluvias, algunas turbonadas y hasta posibles huracanes.

Y como para que llueva siempre tendrán que haber nubes, el quinto mes del año seguirá siendo el preferido para la pesca de la aguja, aunque la naturaleza se empeñe en regalarnos un bello día de playa en pleno torneo.

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