PESCAR CON HILO FINO… Y VIVIR PARA CONTARLO
(Publicado por la revista Heraldo Deportivo, California, Estados Unidos de América; Año X, No. 106, abril de 2004, páginas 37 y 38)

Dos pies de agua no tenía de profundidad aquel sitio. Era un bajo dilatado, de cientos de hectáreas despejadas, donde unos pocos cayos de mangle se hallaban dispersos. El pescador no ve un pez, ni cree francamente que pueda haberlo en tal desierto. El guía está silencioso y otea la distancia. Luego advierte, sin alzar la voz:
-Viene uno grande.
El pescador aun no lo veía. Estaba de pie en la proa de un bote de fondo plano que el hombre de la popa impulsaba a palanca; sus ojos aun no habían aprendido a identificar los signos del agua. Entonces el guía llama de nuevo su atención y él se sorprende al ver la estela de agua que avanza formando una "V" mayúscula en el agua plomiza. Sabe que en unos instantes pasará a cualquier distancia a estribor y eso le provoca inquietud.
-¡Tírele!
El pescador hace un lanzamiento con su caña de spinning pero instintivamente comprende que está lejos de controlar la situación. El guía detecta la inseguridad de su pupilo y se apresta a ofrecer una lección. Impulsa el señuelo atado a la línea con un breve movimiento de la caña y de inmediato una revoltura en el agua indica una picada brutal. Es un jurel poderoso.
Ahora toda la historia se basa en soportarle al pez todas sus estrategias en 360 grados, sin permitir que en ninguna de ellas entre un par de brotes de mangle que crecen solitarios e inquietantes a menos de un centenar de metros. Da el pez la vuelta completa un par de veces. Con la línea se podría tocar un solo de rock como lo hacían en los años '70, pero nadie en su sano juicio posaría a esta hora la yema de un dedo sobre ese monofilamento de 12 libras de resistencia.
Ya los dos hombres del bote han visto al pez y lo verán unas cuantas veces más, pues el animal de tonos amarillentos se les acerca cuando quiere y se marcha en cuanto avista la embarcación y hay que dejarlo hacer. El pescador lamenta no haber tenido tiempo para aprender a dar palanca, pues al compañero de la caña le ayudaría mucho en este momento alguien que ayudara en ello para controlar un poco la tensión de la línea; en ocasiones el bote es remolcado y eso admira, pero puede ser fatalmente negativo en cuanto al resultado de la pesca.
Cuando el pez es traído al parecer definitivamente -aunque en modo alguno tan vencido como llegan a la banda otros peces-, el pescador se ofrece para entrar al agua y retenerlo. El guía lo agradece, mientras advierte que no tome el sedal, sino el líder. Lo hace, y enseguida lo retiene fuertemente por la cola. No resbala y al animal no se le ocurren dar tirones, así que el pez está cogido y lo subimos a bordo con sus 13¼ libras bien pesadas en una balanza calibrada. Todo ocurrió en 20 minutos y fue lo mejor del día.
La pesca marítima de avíos ligeros es todo un desafío. Los aficionados que la practican generalmente han transitado por la experiencia de otras modalidades o son ocasionales practicantes de ellas, pero buscan en estas lides su momento de mayor plenitud.
El reto consiste en capturar peces cada vez mayores con hilos cada vez más finos. Hay una serie de reglas, por supuesto, como la de vigilar el perfecto afilado de los anzuelos, mantener una regulación exacta en el carrete y un estado de absoluta limpieza en las guías. Cambiar la línea a menudo, incluso durante la pesca, después de una captura laboriosa. Usar bichero para sacarlo del agua, si el pez se va a conservar como alimento, o salabre, para liberarlo. En algunos casos puede tomarse cuidadosamente con la mano.
Los que practican este tipo de pesca tienen una gran preferencia por especies como el sábalo (Tarpon), robalo (Snook), palometa (Permit) y macabí (Bonefish). Estos cuatro, capturados durante una misma jornada de pesca, dan entrada al pescador en el Inshore Super Gran Slam Club de la International Game Fish Association (IGFA).
Tambien puede cobrar barracudas, pargos y otros, en casi cualquier escenario. Además de las aguas someras, son sitios de elección para el pescador de hilos finos los canales entre cayos, las desembocaduras de ríos, los alrededores de boyas y derelictos… dondequiera que un pez grande esté al acecho.

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