Tenso “Incendio...” de Leonero
A pesar de agudas dificultades económicas y una disposición que prohibía mantener embarcaciones particulares en aguas interiores, 32 experimentados pescadores de truchas del país celebraron del 11 al 14 de enero de 1994 el clásico Incendio de Bayamo en el embalse Leonero, provincia de Granma.
El dúo formado por Danilo Meléndez y el veterano Danilo Domínguez dio a Camaguey la victoria absoluta en esta ocasión, con 61,05 puntos, uno por libra, acumulados con los 12 ejemplares de lobina negra boquigrande, la trucha de los cubanos, cuota que aceptan las normas para cada equipo en las dos jornadas de la competencia.
A dos puntos y décimas de los campeones se acercaron los capitalinos Samuel Yera Pompa y Gabriel Rodríguez, invitados a este certamen en su condición de titulares del de 1993. Yera Pompa resultó el atleta más distinguido del XII Incendio de Bayamo, al lograr una puntuación de 40,12 unidades (libras, onzas). Este resultado coloca al deportista de Ciudad de La Habana en el tercer escaño de los máximos acumuladores nacionales en la historia del certamen, a continuación del granmense Asdrúbal Moreno y del villaclareño Elio Ruíz Álvarez.
El premio a la pieza mayor fue para Enrique Domínguez Martín, con una trucha de 9,06 libras, en tanto su equipo, el Granma B, que integró con Luis Carrasco Peña, pudo ascender al podio por el premio al tercer puesto, adquirido con puntuación de libras y 9 onzas.
En medio de circunstancias materiales nada fáciles, la dirección provincial de Deportes y la filial de la Federación Cubana de Pesca Deportiva (FCPD) en Granma celebraron con todo éxito el certamen, uno de los mejores de todos los tiempos, a criterio de quienes han seguido la historia del clásico de pesca fluvial por varios años.
Un total de 496,07 libras de captura se logró en esta edición del concurso de pesca fluvial. Solo tres truchas, ninguna menor de 30 centímetros, pueden los competidores presentar al pesaje de cada prueba de pesca.
Cuestión de honra local se consideró allí mantener la calidad organizativa de la competencia, que en el transcurso de su primera década pasó de ser un tope por invitación, luego alternativa a un evento nacional bien asentado.
Surgido de una iniciativa que parecía puntual, ha llegado a ser el clásico, de la pesca de la lobina boquigrande en Cuba, si por ello entendemos el acontecimiento donde se dan todas las condiciones para exponer a plenitud la cultura cubana en el arte de la pesca recreativa con un estilo propio del país, en un entorno natural privilegiado, con sobresalientes expectativas de captura y en un ambiente social digno de lo mejor de las tradiciones de cordialidad de la región oriental de la Isla.
Frente a las carencias materiales, en Granma se privaron de parte de su escaso combustible con tal de habilitar un ómnibus de recogiera a los deportistas de occidente, además de garantizar alojamiento, alimentación, y hasta el ron y la cerveza de las festividades, todo a partir de los recursos del territorio: de lo que Granma cuenta para su sustento cotidiano, sin asignación especial.
Debido a que la Resolución 185 del Ministerio de la Industria Pesquera impide a los deportistas mantener sus botes en el embalse, las embarcaciones para competir fueron facilitadas por el establecimiento de la Acuicultura y el punto de pesca turística de la corporación Cubanacán, que operan en Leonero.
Como parte de este estilo de trabajo, el certamen bayamés apenas gravita sobre el presupuesto estatal, aunque el Incendio de Bayamo es competencia oficial del calendario del INDER. Para contribuir a su financiamiento, se llevaron a cabo iniciativas, como las rifas y subastas de los mayores ejemplares capturados en la propia competencia.

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