LA EXTRAÑA PESCA DE LA MOSCA

La pesca de la mosca o fly casting es poco usual en Cuba. Personalmente me resulta en absoluto desconocida e incomprensible hasta que la lectura trabajosa de algunos materiales especializados en el tema y los contactos con algunos expertos foráneos, me enviaron alguna luz acerca de esta técnica reputado en el más elevado concepto de la deportividad en la pesca.

Una de las fuentes documentales a que hago referencia es el libro Técnica del lanzado, cuyo título original es Modern Fly Casting, escrito por John Alden Knight y publicado en España en 1957 por la Editorial Hispano-Europea.

El símil más cercano que se me ocurre para explicar esta técnica es el de un látigo que uno agita en el aire para posar su punta con todo cuidado en un lugar preciso y previamente determinado del agua. El “cabo” de este látigo será una vara muy fina, muy flexible, de poca conocidad y de gran longitud –son comunes las de nueve pies-, habilitada con n carrete cuya única función es almacenar la línea, pues no se emplea en el lanzado ni tampoco en el recobrado.

La línea es por supuesto, especial. Se denomina “cola de ratón” porque su sección no es uniforme, sino más gruesa en la parte final y más fina en el extremo al cual va atado el anzuelo. De ahí su nombre, por el parecido con el apéndice de un roedor. También se emplea la “doble cola de ratón”, en este caso más gruesa en el centro de su longitud que en ambos extremos.

Esta línea con su forma cónica o de huso, contribuye al efecto de “latigo” que antes habíamos señalado, pero el dominio de sus decenas de lanzamientos diversos es toda una especialidad de cuya personal maestría no se atreven a alabarse muchos pescadores en el mundo. Los Récords Mundiales de la Internacional Game Fish Association (IGFA) poseen una sección para los avíos de fly casting y resulta lógico que en ésta existan más vacantes que en la sección general de vara y carrete.

Según John Alden Knight, a quien se le reconocían 35 años de experiencia en esta modalidad del lanzado ligero se práctica en tres variantes: mosca seca, mosca ahogada y pesca a fondo. La mosca es un señuelo artificial fabricado con plumas seleccionadas, cuyo peso ínfimo obliga a emplear un avío con las características indicadas, pues de ningún otro modo podría ser impulsado hacia un punto en el agua donde se ha visto un pez o se intuye su presencia. La mosca seca ha de “posarse” en el agua y flotar, como un insecto vivo, para engañar al pez, mientras la “ahogada” se sumerge y, en la pesca a fondo, se empleará lastre.

La mosca está unida a la línea principal con un tramo de sedal fino, cuya resistencia a la tracción es la que se adopta como categoría para otorgar el récord. Al lanzar, el pescador impulsa la línea de atrás hacia delante y la mantiene en el aire con movimientos oscilatorios de la mano derecha, donde tiene la vara, en tanto continúa aportando línea de las vueltas que previamente se ha arrollado en la mano izquierda, hasta alcanzar la distancia deseada.

Cuando un pez toma el señuelo, el pescador se ayuda con la vara en la tracción mientras retiene la línea y la recobra con la mano izquierda, hasta tener al pez al alcance de su red de mano.

“Un día normal de pesca a la mosca seca implica entre cinco y seis mil lanzamientos”, afirma el autor de la obra consultada, y explica que las tres cuartas partes de este esfuerzo se realiza para secar el señuelo y la línea antes de efectuar los lanzados verdaderos.

El único récord mundial de pesca deportiva logrado hasta ahora en aguas cubanas fue implantado por el norteamericano Bill Pate el 22 de agosto de 1978, con la captura de una Aguja azul del Atlántico o castero de 96 libras e peso, precisamente mediante el empleo de un equipo de fly casting.

Las razones para la ausencia de esta técnica en la preferencia de los aficionados cubanos no han sido explicadas completamente. En el país se asimiló ampliamente el spinning, mientras algunos cultivan todavía el spin-casting, todas de la categoría de lanzado ligero. El dominio del trollig, en tanto, es asimismo antiguo y suficiente para garantizar buenas actuaciones en certámenes internacionales.

Nadie, sin embargo, se ha interesado por el fly, ni siquiera en épocas en que la adquisición de los equipos hubiera resultado factible, independientemente de su costo. Resulta aun más significativo este hecho, por cuanto en los acuatorios de la nación se crían especies que responden favorablemente a la tentación de la mosca, como la trucha o lobina, en las aguas dulces, y el sábalo y el macabí, en las marítimas.

Luciano Maragni, un turoperador italiano de la Firma TES, debe de andar por los 10 años de contactos con Cuba, desde que comenzó a venir alentado por un amigo, hasta que se estableció en una oficina del hotel Habana Libre para comercializar desde ahí la pesca fly en aguas cubanas.

En una entrevista que le realicé hace bastantes meses, señaló:

“La modalidad de pesca deportiva a fly es una religión, porque es la más deportiva en absoluto que puede existir. El uso de una vara, un carrete y un hilo particular, que obliga al pescador a lanzar el anzuelo sin plomo, puede parecer una locura si no se entiende que la pesca (realizada de este modo) ofrece un contacto inmediato entre el pescador y el pescado”.

Este contacto, que compara con el que ocurre en la modalidad cubana de pesca con sedal a mano, constituye una de las emociones más apreciadas por el aficionado al fly, además de la posibilidad de ver al pez en el momento en que toma el anzuelo.

Dice que esta pesca tiene una historia que es la más vieja que se conoce, porque “independientemente de que los chinos siempre han hecho las cosas un millón de años antes que todos”, también la practicaron los macedonios y los griegos y más tarde la aprendieron los ingleses, quienes la convirtieron en un entretenimiento exclusivo de las clases altas.

-La clasificaron, le impusieron unas reglas que están en un documento anterior a 1700. Después, con el desarrollo de la pesca deportiva en el mundo, se hicieron varas más económicas, equipos que costaron menos, porque es verdad que existen varas que cuestan más de mil dólares, pero las hay también que cuesta solamente 30.

Como turoperador, Maragni plantea que Cuba tiene sus mayores perspectivas en el turismo especializado, que incluye la pesca entre sus principales opciones, pero “encuentras guías de pesca cubanos que son muy buenos, más cuando sales a pescar con ellos te llevan siempre a donde acostumbran ir los pescadores de spinning. Y son lugares diferentes y no sirven para pescar a fly. ¿por qué? Porque no conocen esta técnica”.

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