Rescate
en cayo Estopa
Por
Ismael León Almeida
Servicio
especial
La
voz que emite la planta de radio colocada en el mostrador de la cafetería del
aeropuerto revela urgencia. Conozco al que habla. Es Rodolfo, el jefe de la
base náutica en Cayo Largo del Sur, y el Orion es un yate que durante una
semana he visto salir a diario cargado de turistas.
Pro
no se trata de un accidente naval. Rápidamente, demasiado rápidamente, los que
estamos cerca del radio nos damos cuenta de que ha ocurrido algo a un avión.
¿Cuál? ¿Alguno de los que acaba de despegar?
El
llamado del Orión logra taladrar el ruido de dos aeronaves que operan en el
área de “taxeo” de la pista, el de un buldozer que labora cercano y el de la
música y las conversaciones de los viajeros en tránsito.
Las
conversaciones se han detenido en torno. Uno o dos turistas que entienden el
español se acercaron preocupados al mostrador. Un joven, nervioso, comienza a
anunciar prematuramente un desastre.
El
aeropuerto está repleto en la tarde del sábado. Poco a poco se hace un silencio
que convierte el sonido de los motores en algo lejano, inexistente. Desde la
base náutica requieren más detalles.
“¡Orión! ¡Orión! Dígame
de qué tipo de aeronave se trata. Queremos saber si hay heridos graves y si
necesitan oxígeno. Salimos de inmediato...”.
Llega
la respuesta desde el yate:
“... Es un AN-2... se
le trancó el motor y amarizaron cerca del cayo de la Estopa. Un bonitero está
remolcando el avión. Tenemos tres hombres a bordo, solo presentan contusiones
leves.”
Alguien
cuenta con suficiente serenidad para expresar que no ha sido nada grave, de
forma tal que lo escuchen los más cercanos. Por
un momento se interpreta que el avión venía de Cárdenas. El resto de la
historia lo conoceremos en La Habana, al cabo de un vuelo de 35 minutos a
través de una turbonada.
Esa
misma tarde los accidentados fueron trasladados a Cayo Largo del Sur, donde
cuatro de ellos fueron atendidos en las instalaciones hospitalarias del enclave
turístico. Romárico Pérez, César de Armas, Hermes González y Catalino Pileta
fueron dados de alta en pocas horas.
Un
cable emitido desde Nueva Gerona, Isla de la Juventud, hacia donde se dirigía
el AN-2 procedente de Cayo Largo del
Sur, informó el mismo día 26 que viajaban nueve personas en ese vuelo, que
tiene carácter regular entre ambos puntos del archipiélago de los Canarreos.
En
el citado despacho ponen de relieve la eficaz acción del barco bonitero Argus
primero, que rescató a los accidentados y remolcó el avión hacia un lugar poco
profundo de la orilla de Cayo Estopa.
Esa
embarcación, misterios de lo casual, fue tema de un documental admirable
exhibido hace un par de años. Ahora su tripulación entró nuevamente en las
noticias, junto a nueve hombres que salvaron la vida por la maestría de un
piloto y la solidaridad que sin demora llegó a Cayo Estopa.
IL/
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