TORNEO “TODOS ESTRELLAS” DE LA TRUCHA
PESCA SIN MUERTE EN HANABANILLA
MAR Y PESCA, No. 309, Junio 1998, pp. 24-25
Amanece en magníficos resplandores sobre el embalse. Desde donde uno espera la salida del sol para comenzar a tomar fotos, ve pasar la silueta de los pescadores, camino del muelle, con sus cañas de “spinning” y “bait casting” apretadas en el puño y su bolsa de avios colgada del hombro.
Hanabanilla es una represa de 17 kilómetros cuadrados de extensión, encajonado entre las montañas de Escambray, cuyas aguas son famosas desde hace dos décadas por la abundancia de la trucha. El verdadero nombre de ese pez es lobina negra boquigrande. En realidad casi nunca es negra, sino de un dorado con leve tinte verdoso y algunas manchas oscuras. Los norteamericanos la llaman black bass y, los científicos, Mycropterus salmoides. Los pescadores deportivos aman la fiereza de su picada.

Desde el hotel, pasando junto a la piscina de aguas gélidas a esta hora de la mañana, bajan los últimos competidores. Las lanchas ponen en línea las proas y el juez principal levanta una bandera roja. Las embarcaciones parten haciendo anchos surcos en el agua con sus motores fuera de borda y se pierden al instante, dispersa en los largos ramales del lago.

Cada mañana uno asiste con la misma expectativa al mismo espectáculo y queda siempre con la misma sensación de haber presenciado algo nuevo e irrepetible, hasta que aborda su propia embarcación y comienza a deslumbrarse por segunda vez al día, ahora con el verdor de las elevaciones que ve al pasar, el vuelo de los patos y el solitario gavilán pescador, o el equilibrio del campesino que siembra sus viandas en una ladera casi vertical

Salvo uno o dos de nosotros, que andamos de curiosos o periodistas, los demás han venido al Hanabanilla a competir. Se celebra el Primer Torneo Todos Estrellas de la Pesca del Bass o CUBAN ALL STAR BASS OPEN TOURNAMENT.

Hoy es cualquier día entre el seis, siete u ocho de marzo de 1998. Los competidores son los 10 cubanos mejor clasificados en el torneo nacional de pesca de la trucha de este año, cuatro antiguos campeones de reconocida trayectoria y dos profesionales canadienses.

Los rayos del sol todavía no tocan el agua cuando una lancha se acerca rauda al punto de pesaje que los jueces instalaron al medo del embalse, en el pontón donde se desembarca para ir a almorzar al restaurante Río Negro. El que llega es el canadiense Carlos Morse, con una boquigrande de cinco libras en el vivero. Comienza el conteo.

Navegamos luego por el curso del Guanayara, más tarde hacia Jíbacoa, en el extremo Sur del brazo principal el embalse, y a continuación buscamos en los vericuetos de El Nicho. Son pesqueros famosos allí. En cualquier parte hay una embarcación cuyos dos competidores hacen lances hacia la orilla con su caña o trocean a la suave marcha del motor a lo largo de los hondos cauces sumergidos, en busca de los grandes peces que viven en la profundidad.

DEPORTE Y ECOLOGISMO

De cuando en cuando pasa una embarcación, levantan una trucha, viva, para que el camarógrafo la filmen y la colocan luego en el vivero. Cuando llegan junto al oficial de pesaje, la miden rápidamente, la cuelgan con cuidado en la balanza y luego la ponen suavemente en el agua para que vuelva a su vida.

Hay que cuidar este pez, que hasta ahora no tuvo amigos, es foráneo, pero ya no es un intruso. El pescador deportivo quería siempre coger muchas; el furtivo, todavía más. El submarinista arponero las desea más grandes, pero se conforma con cualquiera. Y encima, caen en las redes y nadie se acuerda de que en los años ’60 se le repoblaba.

“Los juveniles de tilapia y las pandillas de solfishes se comen las crías de biajaca, de trucha, de ellos mismos y de cualquiera que le caiga cerca, pero el depredador es la trucha”, asevera con ironía un viejo guía del Hanabanilla.

Las reglas del Catch and Release (capturar y soltar) se aplica por primera vez en un certamen de pesca fluvial organizado por cubanos. Una iniciativa de la filial de la Federación Cubana de Pesca Deportiva en la provincia de Villa Clara, cuya influencia habrá que revelarse más tarde como un incentivo a la deportividad y a la educación ambiental del aficionado local. Y más prestigio internacional, para alentar al turismo en esta modalidad.

He calculado que durante el torneo en Hanabanilla se logró una supervivencia de alrededor del 80 por ciento. Este índice todavía puede mejorarse si se atiende que los viveros de las lanchas se encuentren en óptimo estado y se orienta a los pescadores acerca de cómo tratar al pez.

Durante el torneo hubo una actitud honesta en la aplicación de la regla de liberar vivo a los peces. Un precedente que marcará pautas en el futuro del deporte de la pesca en Cuba. La pesca sin muerte es necesaria si se quiere perpetuar el deporte y proteger la naturaleza.

FINAL DE COMPETENCIA

Cuando faltaba un par de horas para que los jueces dieran por última vez la orden de sacar los avios del agua, varias embarcaciones en competencia trataban afanosamente de levantar el pesaje final.

Las puntuaciones habían quedado de tal modo el segundo día, que cualquiera en un golpe de suerte podía llevarse el trofeo con un pez de buena talla. Una pareja de lanchas buscaba este objetivo con las líneas tendidas al curricán en lo profundo; otras dos exploraban la orilla “lanzamiento a lanzamiento”, con la esperanza puesta en alcanzar el cupo de piezas de la jornada.

Hubo un momento que se deseó contar con un lente gran angular para tomar de una vez toda la acción de pesca desarrollada en tres embarcaciones a la vez. Una levantó una buena pieza en el salabre y de inmediato desapareció en una estela espumosa..

La cuarta embarcación, algo alejada en su último recorrido de troleo, se detuvo en medio de las aguas y hubo a bordo la consabida agitación que acompaña el inicio de la acción de pesca. El pescador de proa estaba de pie y la caña formaba un arco pronunciado que sólo se debe a una pesada lobina que lucha en la profundidad por escapar.

En cuestión de minutos se había decidido el torneo. Samuel Yera, con el bass de 5 libras y 6 onzas que acababa de levantar, había completado una faena de 16,12 puntos en la cita, superando por estrecho margen de cinco onzas al novato Jesús González el competidor que había salido en estampida antes que él, seguro de llevar un triunfo en el vivero.

Con puntuación de 14 libras, el veterano Elio Ruiz ascendió a un honroso tercer puesto, reverdeciendo laureles de dos décadas atrás cuando ganó igual posición en el tope Cuba-USA de Laguna del Tesoro. El canadiense Carlos Morse acumuló para la cuarta posición y su tocayo el cubano Carlos Morales, conquistó el trofeo Corporación Cerámica, con un ejemplar de 7,3 libras, el mayor de la cita.

Un total de 46 ejemplares fueron cobrados, la quinta parte de estos con pesos superiores a las cinco libras. El año próximo estarán más crecidos.
RENACE LA PESCA DEL
BASS EN HANABANILLA
Cuban Review, mayo 1998










En menos de un año, la concepción de los certámenes de pesca en Cuba ha afrontado una transformación radical, con la aplicación de los métodos de competencia de contenido conservacionista y mayor deportividad.

El Tag and Release (marcado y liberación de los peces) se introdujo durante 1997 en los dos principales torneos de pesca de agujas celebrados en la capital cubana. Ahora ha tocado ele turno a las agujas fluviales.

La filial de la Federación Cubana de Pesca Deportiva e la provincia de Villa Clara se lanzó en sólo tres meses a la aventura de organizar el primer Torneo Todos Estrellas de la Pesca del Bass (Cuban All Star Bass Ope Tournament), con todos los ingredientes para convertirlo en la cita élite de este deporte e aguas interiores, con la inclusión de la nómina de competidores de 14 pescadores nacionales de alta calificación, seleccionados en topes desde nivel de base hasta nacional, la cita de Villa Clara deviene un fuerte aliciente para el deporte de la pesca en el país, mientras los visitantes van a encontrar a partir de ahora a contendientes de categoría, y no sólo buenas aguas, peces, guías y condiciones de estancias.

El atractivo internacional de este tipo de competencia, que –según algunos expertos- podría alentar su inserción en los proyectos del efervescente turismo náutico cubano, cuenta con una base de interés actual y segura; la aplicación de las reglas del Catch and Release (captura y suelta), que de manera eficaz se llevó a cabo en la primera edición del nuevo certamen piscatorio.

UN EMBALSE DE LEYENDA

La cascada más famosa de Cuba y más de un escenario de combates entre milicianos y alzados se encuentra ahora cubiertos por las aguas en la Sierra del Escambray. El embalse Hanabanilla, a unos 330 kilómetros de La Habana, en un sorprendente espejo acuático de 1700 hectáreas entre laderas abruptas de parejo verdor, a trechos desbrozados por los campesinos para sus cultivos de subsistencia.

Un hotel de 125 habitaciones, e el extremo norte del acuatorio, acogía en los ’80 a grupos de norteamericanos apasionados a la pesca del bass. La especie, conocida en español como lobina negra boquigrande, es llamada “trucha” por los cubanos, quienes la importaron a principios de siglo desde los Estados Unidos.

Dan Show, un experto en bass radicado en Texas, visitó el lugar repetidas veces en compañía de investigadores y pescadores profesionales e hizo muestreos que revelaron un alto potencial de ejemplares de trofeo, clasificación que reciben las piezas de más de 10 liberas de peso. El récord del embalse era en esa época un ejemplar de 15 libras, cobrada por el norteamericano Varaeece Berry, luego superado en una libra por un guía cubano.

Durante la época en que frecuentaba Cuba, Mr. Show fue informado de capturas lobinas de hasta 26 libras de peso en este lago. El récord del mundo, fijado en 22 libras y cuarto, permanece vigente desde 1932. Hanabanilla, con sus profundas aguas, su extensión y sus escondidos rincones, además de su adecuada conservación ambiental, tiene reales condiciones para albergar la nueva marca del orbe.

En 1985 comenzó un proyecto para llevar el bass del Hanabanilla a los Estados Unidos. “Como resultado de estudios en el Texas Park & Wildlife, se determinó que las lobinas negras cubanas son ligeramente diferentes y crece algo más rápido que el bass de la Florida”, escribió Dan Show el autor de este artículo en 1993.

Apenas abierto para la pesca turística en 1982, el Hanabanilla ofreció 69 bas-trofeo e sólo una semana. Una verdadera explosión. En ese mismo año se celebraron allí el cuarto encuentro de la pesca de la “trucha” Cuba-USA, ganado por Phil Broussard y Francisco Rodríguez.

AL RESCATE DE LA NUEVA IMAGEN

“La pesca del bass es la razón de ser de este hotel”, afirma un antiguo guía del Hanabanilla. En los ’90 esta lógica relación perdió terreno. Nada se encuentra en la prensa durante años, ni un modesto folleto publicitario ha quedado de la última década. En un panel del restaurante, fotografías enmarcadas recuerdan la gloria del pasado certamen.

Fue así que cayó en terreno abandonado la propuesta del torneo avalada por la federación de pesca local. Islazul, la cadena actualmente propietaria del hotel, acogió la idea en alianza con ECOTUR S.A., una agencia de viajes de fuerte presencia local que tiene la pesca entre sus ofertas. Entre ambas poseen una apreciable florilla de bass-boats, con cuyo sostén se puso en marcha el plan a principios de diciembre.

Llovieron promesas de participación desde los Estados Unidos, algunas de Italia e incluso de España. Pero la mayoría quedó a la expectativa ante la novedad. Sólo dos canadienses, Paul Waterlee y Carlos Morse, persistieron en su decisión de medirse con los campeones cubanos.

El 6,7 y 8 de marzo pasado una docena de lanchas con motores fuera de borda, especialmente acondicionados para esta pesca, salieron cada amanecer desde el muelle del hotel Hanabanilla. Durante ocho horas (cinco el último día) recorrían el embalse, pescando a lo largo de las orillas, sobre los escasos bajos de vegetación sumergida o en los profundos causes de los ríos.

Los competidores pusieron en el certamen todo su profesionalismo y maestría. Pescaban con avios de spinning o bait casting, con señuelos de profundidad para tentar las piezas mayores. Cada pieza fue devuelta a las aguas después del pesaje y la medición, con lo cual se logró una alta sobrevivencia. Se estrenaron los cubanos en la pesca sin muerte.

Samuel Yera tres veces campeón nacional y único cubano que integra el “10 Pound Bass Club” de la Internacional Game Fish Association (IGFA), obtuvo el cetro con cinco piezas que pesaron 16 libras con 12 onzas. De cerca le siguieron el novato Jesús González y el veterano Elio Ruiz, mientras Carlos Morales lograba el premio a la pieza mayor con un ejemplar de más de 7 libras. Morse, el canadiense, quedó cuarto.
En términos de gestión turística, era razonable esperar mayor asistencia internacional. La calidad del debut, sin embargo, inaugura todo un reto para eventos futuros; un certamen del máximo nivel en aguas que mucho prometen y que serán todavía mejores debido a la protección que ahora reciben.

Además del Hanabanilla, el año próximo los organizadores se plantean ampliar el tope a la represa de Palma Sola, un coto que dará más de una página, con programa ampliado a cuatro días de pesca y uno intermedio de receso. Queda todo el verano y un par de estaciones más para decidirse; pero no se confíen los aficionados, este es el torneo más esperado de cuantos podrían celebrarse en Cuba.
SOBRE EL DECRETO LEY 164
UN AÑO DE LEY
Mar y Pesca, No. 307, marzo 1998, Pág. 28

Administrar los recursos de las aguas es hoy día un desafío para todo el planeta. Si no se pone orden y no se explotan bajo criterios de sustentabilidad, las aparentemente infinitas riquezas de los océanos y las aguas terrestres comenzarán a faltar. Ya comienzan a faltar.

Cuba, con un relativamente extenso patrimonio acuático, no está ajena a ese contexto. La necesidad de una norma jurídica actualizada y coherente, que sirviera de base al aprovechamiento racional de los recursos vivos de los mares y aguas interiores, tuvo respuesta con la entrada en vigor del Decreto Ley 164, Reglamento de Pesca.

El nuevo instrumento legal, en acción desde septiembre de 1996, derogó viejas reglas que habían perdido su eficacia al cabo de seis décadas e introdujo pautas conservacionistas en la práctica de la actividad pesquera, sea su objetivo la producción comercial, la recreativa e incluso la investigación.

Aunque mucho más reciente que la Ley General de Pesca de 1936, el Decreto 103, sobre la Pesca no Comercial, adoleció de carencias en su contenido y de muchas más en su implementación. Saldo evidente de un punto de vista que alentaba la producción a toda costa y costo.

Con nueve capítulos y 60 artículos, el Decreto Ley 164 protege con énfasis particular a un grupo de especies acuáticas altamente sensibles o de relevante interés económico, incluida una docena de las nominalizadas por el CITES (Convención Internacional para el Comercio de Especies Amenazadas).

El tratamiento de las infracciones se endureció con multas y otras medidas al nivel de la realidad actual, en tanto fueron introducidas novedades para nuestro contexto, como las autorizaciones de pesca y la zonificación de las aguas marítimas circundantes, de acuerdo con su importancia económico-pesquera, por intereses económicos o de otros tipos.

COOPERACIÓN, NO IMPOSICIÓN

Encargado de materializar la política del Estado y el Gobierno en esta materia, el Ministerio de la Industria Pesquera (MIP) cuenta desde la entrada en vigor del decreto ley con un instrumento esencial para garantizar la eficacia de sus decisiones.

La Comisión Consultiva de Pesca, prevista en el capítulo segundo del Reglamento de Pesca, cumplió su primer año con aportes que permiten lograr una organización superior en el manejo de los recursos marinos y de las aguas terrestres.

Un total de 17 resoluciones oficiales del MIP fueron adoptadas en el período mediante el previo debate colegiado con la participación de representantes de organismos e instituciones que comparten intereses en cada cuestión regulada. Las medidas propuestas constituyen normas que complementa el Decreto Ley 164 y respaldan su implementación práctica.

Sobresale entre otros la Resolución Conjunta número 1/97, acordada con el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) para proteger los arrecifes coralinos de daños por embarcaciones, contaminación o extracción ilícita, medida a la que seguirá la adopción de un reglamento para la realización del buceo contemplativo bajo normas ecológicas en las mencionadas áreas.

Ocho resoluciones cuyas propuestas fueron debatidas en la Comisión Consultiva, establecieron zonas vedadas o bajo régimen especial de uso y protección, cuya característica general es restringir el impacto humano a aquellas actividades que, bajo riguroso control científico, no perjudican el equilibrio del entorno.

Entre las áreas cuyo empleo se ha sometido a diferentes formas de control se encuentran más de un centenar e embalses abiertos a la pesca deportiva, actividad de interés social que hace años sufrió una drástica restricción en las aguas dulces a causa de la controvertida Resolución 185/92, aplicada, según se examinó en su momento, sin las consultas con las autoridades deportivas prevista en el Decreto 103.

Orlando F. Rodríguez Ramay, actual titular del MIP, señaló que la Comisión Consultiva de Pesca ha dado mayor experiencia y espíritud cooperativo al organismo, e hizo énfasis en la voluntad del ministerio de educar a la sociedad en la protección de los ecosistemas acuáticos.

El establecimiento de tallas mínimas para 92 especies comerciales, de cuotas de captura en la pesca recreativa y de prohibiciones da captura y comercialización de especies potencialmente tóxicas, son también resoluciones surgidas en la Comisión, como resultado de consultas multi-institucionales.

CONTROLAR, SANCIONAR . . . Y EDUCAR

En opinión el doctor Julio Baisre, científico en activo y director de Regulaciones Pesqueras del MIP, el vigente Reglamento de Pesca cubano ha asimilado lo más avanzado de la experiencia internacional en materia de ordenamiento pesquero.

A la Comisión Consultiva le señala dos grandes victorias: haber aunado los esfuerzos a nivel de gobierno para la toma de decisiones en esta materia y contribuir a brindarle al Decreto Ley 164 la necesaria complementariedad para que su acción sea real y efectiva. De la reciente creación de las Comisiones Consultivas Provinciales se esperan también los mejores frutos, dijo.

El doctor Baisre comentó que, con el más definido respaldo legal con que cuenta ahora el ordenamiento pesquero, la plataforma submarina cubana será objeto de una nueva zonificación con vistas a una mejor administración del recurso, con más ahorro de combustible y otros insumos

“Dicha parcelación, que funciona por tradición para las pesquerías de langosta y camarón -señala el especialista-, las vamos a legislar, incluyendo ahora las labores extractivas de especies de escama, con el fin de implementar a partir de que en 1998 se emitan las nuevas licencias de pesca”.

Otro aspecto que en opinión de Julio Baisre, ha demostrado un saldo positivo al cumplirse el primer año del Reglamento, es la labor de la Oficina Nacional de Inspección Pesquera (ONIP).

En principio han sido necesarias acciones enérgicas para que la ley no se convierta en letra muerta. Más de 6000 infracciones tuvieron que pagar, en conjunto, una cifra superior a los 7,4 millones de pesos por concepto de multas. Esto no tiene nada que ver con el legítimo ejercicio de la pesca.

Los decomisos constituyen una muestra del nivel de actividad infractora: 83,3 kilómetros lineales de redes y más de 300 botes, por sólo mencionar los datos más significativos, según informa el Capitán de Navío (R) Juan Fung, director de la ONIP.

El volumen de capturas ilegales, ocupado de septiembre de 1996 al mismo mes de 1997 incluye 27 toneladas de langosta y 14 de camarones, importantes rubros exportables cuyo tráfico por particulares es multado en hasta 5000 pesos.

Según el capitán Fung, entre los infractores -además de dueños de Paladares que ofrecían mariscos en sus establecimientos- fueron sorprendidos tanto pescadores furtivos como trabajadores del organismo que desviaban con propósito de lucro parte de la captura.

Aunque durante una etapa inicial los infractores y multas reportados deben reportar un incremento, debido a la mayor experiencia y actividad de los inspectores, es lógico que la educación de la población respecto a la ley haga luego disminuir tales incidencias, considera el director de la ONIP.

El personal dedicado a estas funciones se incrementó de sólo ocho inspectores a más de 140 en todo el país, donde cada provincia y el municipio especial Isla de la Juventud cuenta con las respectivas filiales de la Oficina.

La ONIP, entre cuyas funciones se cuenta también el control de la calidad de los procesos de producción de pescado y la acción contra los vertimientos de contaminantes a las aguas por fuentes terrestres, ha sido la encargada de traer a la actualidad pesquera cubana otra novedad.

Se trata de las autorizaciones de pesca. Durante 1997, más de 26000 aficionados cubanos obtuvieron por primera vez licencia para la práctica de la pesca deportiva. Igualmente la solicitaron entidades turísticas que ofrecen esta modalidad recreativa y todas las embarcaciones destinadas a la pesca comercial, la de autoconsumo y la de investigación, las cuales suman otras 2000 autorizaciones.

Tomando una expresión de pescadores, cuando ellos quieren nombrar a una especie de pez que se destaca entre otras similares, este ha sido, para la pesca, un año “de ley”.
Participarán 14 cubanos en torneo de Pesca Fluvial.
Despacho para la Agencia de Información Nacional (AIN)


La Habana 14 de febrero (AIN). Un seleccionado de 14 Cubanos se medirá con pescadores foráneos durante un certamen internacional de pesca de la trucha o “black bass” que celebraran del cinco al ocho de marzo en el embalse Hanabanilla, provincia de Villa Clara.

El torneo Todos Estrellas de la Pesca del Bass en Cuba, recibe su nombre justamente por la asistencia al mismo de los 10 competidores mejor clasificados en la última cita nacional de esta modalidad y de cuatro deportistas invitados de relevante historial en la pesca de agua dulce.

La Federación Cubana de Pesca Deportiva en la central provincia, organizadora de la cita, informó que la representación local será encabezada por Samuel Yera Pompa, Tricampeón Nacional e integrante del “10 Pound Bass Club” de la Asociación. Internacional de Pesca Deportiva, cuya sigla en inglés es IGFA.

También lidearan por Cuba el granmense Sergio Echevarria, los villaclareños Jesús Gonzáles y Adalberto Zamora, el pnero Agustín Roblejo y el holguinero José la Rosa.

Completan la nómina cubana al certamen de pesca Rolando Suárez, de Camaguey, los avileños Raúl Ravelo y Carlos Morales y el también camagueyano Reinaldo Quevedo, mientras han sido invitados Elio Ruiz, Rafael Popa, Enrique Domínguez y Rafal Martínez

Además de la FCPD, la cita es coaspiciada por el Club Náutico Internacional Hemingway, la agencia de viaje ECOTUR S.A y la cadena hotelera ISLAZUL.

Competidores de Norteamérica e Italia se cuentan entre los primeros en dar respuesta a la convocatoria del certamen de pesca del bass en el embalse Hanabanilla.

LA PESCA DEL BASS EN CUBA
DESTINOS, 6 de febrero 1998


Hace siete décadas la lobina negra boquigrande, o Black bass largemouth comenzó a expandirse por las aguas dulces del archipiélago cubano. La historia se inició con 500 crías del Micropterus slmoides traídas desde la Florida y aclimatadas en una estación piscícola en las afueras de LA Habana. Pronte este fantástico pez demostró que en los arroyos, ríos y lagunas de Cuba había hallado un hogar justo a la medida de sus potentes aletas y de su formidable e insaciable boca.

Aunque muy aficionados a las pesquerías en el mar, los deportistas cubanos de la vara y el carrete no tardaron demasiado en darse cuenta de que aguas adentro había surgido algo digno de atención. Unos cuantos se empeñaron en capturar lobinas a toda costa, pero en 1936 el gobierno dictó el Decreto Ley 704, que protegía legalmente a ésta y otras especies fluviátiles, intención conservacionista que mantiene la actual legislación pesquera del país.

Los cubanos nos hemos acostumbrado a llamar trucha a la lobina. Esto es un error, por supuesto, pero aclaramos siempre a cual pez nos referimos. En realidad, parece que el calificativo incorrecto fue importado junto con los primeros alevines, pues en algunos sitios del sur de los Estados Unidos también llaman trout al bass, según un viejo libro titulado The Standard Book of Fishing.

A mediados de siglo había un guía en La Habana que tenía mucho éxito en la pesca del bass. El llevaba a sus clientes, principalmente norteamericanos, a la Laguna del Tesoro, un acuatorio natural de 800 hectáreas, aislado en medio de los dilatados humedales de la Cienaga de Zapata. Era un viaje dura en esa época, pero inolvidable. Uno de los pescadores norteños le dijo en una ocasión al guía: “Conozco un buen número de ejecutivos de negocios en USA que estaría dispuesto a empujar este bote que ellos podrían hallar aquí”.

En 1978 la Laguna del Tesoro fue sede de un todavía famoso torneo internacional de pesca entre cubanos y norteamericanos. Un encuentro similar tuvo lugar cuatro años después en el embalse Hanabanilla, donde realizarán del 5 al 8 de marzo próximo el primer Torneo Todos Estrella de la Pesca del Bass en Cuba (CUBAN ALL STAR BASS OPEN TOURNAMENT), en la modalidad de captura y suelta (Match and Release).

Torneos nacionales de pesca de esta especie son realizados en el país desde 1969, una tradición deportiva cada vez con mayor número de adeptos. Samuel Yera Pompa, uno de los campeones locales y miembro del “10 Pound Bass Club” de la Internacional Game Fish Association (IGFA), encabeza la nómina de competidores cubanos en la inminente cita internacional.

Desde Laguna Grande, enla accidental provincia de Pinar del Río, hasta más allá del oriental río Cauto, Cuba es un gran reservorio de lobina negra boquigrande y el venidero certamen confirmará la voluntad conservacionista del país.